Polémicas absurdas

De las muchas polémicas, por decir algo, que surgen continuamente desde que vivimos en la dictadura de los ofendidos. Una que me hace mucha gracia es la que dice que ponerle a ella el refresco y a él la cerveza es un micromachismo. Me hago una idea de la cantidad de problemas reales que debe tener una persona que se molesta por semejante cosa. Lo normal es que un camarero pregunte y le ponga a cada cual su consumición.

Se puede dar el caso de que topes con alguien inexperto o dejado, que se limite a ponerlo en la mesa, pero eso se soluciona cambiándolo de sitio tú misma, quizás eso sea mucho pedir. También se puede dar la circunstancia de que la persona que está sirviendo, esté tan hasta arriba de trabajo, que a veces ocurre, que lo deje en la mesa y vaya a la carrera a servir al siguiente porque no da abasto para dar un servicio como Dios manda.

No me parece muy propio de personas comprometidas, solidarias, inclusivas y modernas, sentirse violentadas por semejante ridiculez. Claro, que quizás a fuerza de pensarse que son el ombligo del mundo se les ha olvidado lo que es la verdadera solidaridad y la empatía.

Luego está lo de la cuenta para pagar. Pues en este caso ocurre exactamente lo mismo; ni se le da al hombre ni a la mujer, se le da a quien la pide. Simple y llanamente. Ni ellas se escaquean siempre, ni ellos son los que pagan. Una persona te pide la consumición y tú se la das, que se apañen ellos como quieran.

Claro que hay veces que ves que alguien se está excediendo en los precios de lo que consume, porque efectivamente sabe de antemano que no va a pagar. Pero esa circunstancia, no es exclusiva de las parejas ya que todo el mundo conoce o ha sufrido en sus carnes a amigos jetas o conoce al típico que va merodeando por los bares buscando a quien acoplarse para luego hacerse el despistado y no pagar.

Recuerdo a un chaval que iba de súper simpático, saludando y liando a todo el mundo y abrazándose a la gente como si todos fueran sus mejores amigos. Al principio invitaba y tal, posteriormente, se puso de comercial de vinos y andaba presionando a todos los bares a los que acudía para que le pusieran el suyo a la venta. La mayoría lo aceptamos a ver qué tal funcionaba.

Pues bien, la calidad del vino no iba acorde con su precio, como algún propietario le insinuó. La cuadrilla de chicos que iban con él, empezó a evitarle procurando quedar antes de que llegara para pedirse otra marca a escondidas. Se sentían obligados a beberlo porque el tipo era muy insistente y encima escurría el bulto a la hora de apoquinar. El problema se atajó dejando de llevarlo, lo cual le sentó mal y a nosotros nos supuso un gran alivio porque a nadie le gustaba.

Pues esta semana ha llegado la última y más increíble tontería que he leído en los últimos tiempos, y mira que está difícil la cosa. Resulta que en la web de RTVE han escrito un glorioso artículo en el que escriben y cito textualmente sobre “Aceitunas violadas y más recetas que deben de cambiar su nombre”. 

Cómo deben de estar las cabezas de mal, para ver en una oliva rellena de pepinillo una violación. Esto ya si es esquizofrenia paranoide. Es como si de repente surge una oleada de quejas en redes porque el nombre de los “emparedados”  es una falta de respeto a sus víctimas, o de los bollos “borrachos”. También decía que en los restaurantes se fomentan las estructuras jerárquicas y tóxicas. Me pregunto de qué guindo se habrá caído el articulista y si su entorno laboral será un paraíso de igualdad y fraternidad.

Cuando crees que han llegado al límite de disparates, siempre llega otro que lo supera. El lenguaje no es siempre textual, sacando punta a cada cosa, solo demuestran su poco sentido del humor y su falta de comprensión, tanto lectora como del mundo que les rodea. No me extraña que sufran por culpa de un refresco. Solo me puede producir risa, porque eso no me lo va a quitar nadie, una parte de la sociedad que se siente ofendida por el nombre de una receta de mejillones.