Imaginen ustedes una casa con tres niños pequeños. Esos niños quieren cenar chocolatinas, acostarse a las dos de la madrugada y no ducharse en semanas. Para ellos, la enfermedad y las consecuencias no existen. Quieren hacer eso porque es lo que les hace felices. Acostarse con la ropa de vestir y salir al colegio disfrazados de Spiderman,
¿Y por qué no?, Pues porque ahí aparece una madre y un padre reaccionarios que les dice que, “de eso nada”, que hay que cenar verduras, acostarse pronto y ducharse, ¿Acaso no quieren esos malvados padres la felicidad de sus pobres vástagos? Pues sí que la quieren, pero saben que la supuesta felicidad que quieren sus hijos, no sería muy beneficiosa para ellos, y que lo que uno desea, no siempre es lo que se necesita. Ahí es donde radica la diferencia entre la responsabilidad y la madurez del adulto y la irresponsabilidad e inmadurez del niño, y es lo normal.
Pues tengo la sensación que, por un extraño devenir de los acontecimientos, vivimos inmersos en un parvulario generalizado y que adultos quedan dos…Y uno de ellos, harto ya, se ha dado de baja. Todo lo que suene a madurez y responsabilidad se tilda de retrógrado o facha, y claro, no dan paso al «progreso», y el progreso es vivir como si no existieran las responsabilidades de los actos y la razón, sino lo que me pida el cuerpo en cada momento porque lo importante es cómo me siento y ser feliz.
No importa el déficit, ni la deuda, ni el paro, ni la penosa administración que sufrimos, ni una ley de educación que nos retrotraerá al analfabetismo general. Nada de eso importa porque son cosas serías, problemáticas y con serias consecuencias para el futuro y, además no nos hace felices, así que, como si fuéramos Scarlata O’hara, decimos eso de » ya lo pensaré mañana»… Y si alguien lo saca a relucir, avisando del problemón que crearán esas situaciones, decimos que es un peligroso fascista que no quiere nuestra felicidad y hay que hacerle un cordón sanitario, que viene a ser el «habla chucho que no te escucho», qué tierno todo si no tuvieran canas hace 30 años ya esos «niños».
Ahora estamos en eso de ser felices, hombre, y ningún facha reaccionario, de esos adultos grises y aguafiestas nos lo va a echar a perder. Oprimiéndonos el rosa ¿Qué importa el déficit? Proponiéndonos el tercer sexo (que ya nos dirán cuál es) en el DNI, ¿Qué importa el paro? Dando títulos a todos, sin límite de suspensos, ¿Que importa ir un curso por detrás de la media europea en educación y tener el mayor paro juvenil de la zona euro?
Porque los adultos han desaparecido, señores. Los niños han tomado el poder, y si no me creen, es porque no han leído al hermanísimo de nuestro ministro de consumo decir que, si no hay dinero, fabriquen más y arreglado. Todos podemos imaginar que pasaría en una casa si los niños tomaran el control sobre los adultos. Ni una semana pasaría antes de que llegaran los servicios sociales a poner orden…y yo, aquí estoy, que ya no sé qué es lo que espero antes, si a los servicios sociales europeos o al meteorito, porque no lo duden, nos vamos al güano por este camino, pero oye, nos iremos todos súper felices, que al final, parece que es lo único que importa.
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