España

Y mientras, España sangra

España está dormida, sumida en una dulce ensoñación. España es una adolescente eterna que no quiere despertar, vive en su fantasía sin final, sin responsabilidades, sin casi obligaciones y sin consecuencias. Los medios de comunicación proveen a la sociedad del opio necesario para no ver, no sentir y no ser consciente de lo que ocurre en esta España que se desgarra por momentos. Los medios de comunicación son actualmente el sedante de la conciencia… ese sedante que, a base de series adictivas, de concursos, de programas de cotilleo y de vivir la ficticia vida de los demás a través de los reality shows logran desviar la atención del incauto que tenga una televisión delante. Y mientras, España sangra.

Los políticos a base de discursos populistas convencen a los españoles con promesas, conscientes de que no las cumplirán ni en el mejor de sus sueños. Promesas que son mentiras y que una vez quebradas, sus votantes disculpan porque no quieren ver que han sido víctimas del timo del engañabobos. Por ejemplo, la república catalana, la reducción del precio de la electricidad o que Iglesias iba a envejecer en el barrio de Vallecas… una amplia hemeroteca habría para dar ejemplos. Pero la masa aún cree y comulga con el concepto de la lucha de clases, la guerra de sexos, la discriminación racial… porque de eso se encarga el aparato mediático hambriento de poder y sediento de control social. Sobre todo, los adolescentes, que son el futuro maleable español.

Según Gustave Le Bon, cuando habla de la sociedad de las masas: «Las masas nunca estuvieron sedientas de verdades. Quienquiera que sea capaz de proveerlas de ilusiones será fácilmente su amo”.  Se pierde la identidad como individuo y se piensa en plural, como un colectivo, la sociedad de las masas. Así también se aumenta la sensación de anonimato y osadía colectiva. Y mientras, España sangra.

E incluso voy un paso más allá, los que pretenden librar a la sociedad del dolor y sufrimiento, anulando la conciencia del concepto dolor, bien sea físico o psicológico, atrofian la capacidad de defensa del ser humano.

Es decir, el dolor es una herramienta necesaria para la supervivencia, para aprender a no quemarte debes experimentarlo, por ejemplo, para madurar psicológicamente también debes sentir dolor en algún momento de la vida, es parte del proceso y de la evolución de la persona. La tendencia a consumir abusivamente sedantes, calmantes o psicotrópicos, deja a la persona sin capacidad de reacción defensiva. Y mientras, España sangra.

Vamos encaminados a una sociedad inmadura e indefensa por que se evita el dolor desde niños, no se sabe gestionar la frustración, la pérdida, el rechazo… Así somos, una sociedad masa aborregada y anulada, sin personalidad y de fácil manejo. La conducta debe ser la aceptada para cada estímulo. Si alguien se comporta diferente, se provoca un rechazo social de la masa hacia esa persona o colectivo, que se desvía de la ruta marcada.

Por suerte, cada vez somos más los que disentimos de la masa social aborregada. Y tú, ¿a qué esperas? Y mientras, España sangra.

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