La indignidad

Son las 8,45 horas y llego ya justo al trabajo. Hoy será un día complicado por lo que  paro un momento en el bar habitual para tomar un café. María ya me conoce y sabe lo que quiero. Intento en lo posible no faltar a esta humilde cita, ya que pienso que hay que colaborar con la hostelería, a causa de las situaciones que están pasando con el tema de las restricciones. Todo un calvario. La televisión permanece encendida mostrando las noticias y casi sin mirar y apurando mi café, observo una imagen que me impacta; Junqueras y Otegi abrazándose y en posición victoriosa. En la base de la imagen aparece una leyenda: “En plena Campaña Electoral Catalana”.


Una vez en el despacho y delante de un montón de temas que tratar y la inminente reunión a la que tengo que asistir, siento de pronto como un “resorte” que me devuelve a la imagen que acabo de ver en las noticias; el abrazo entre Junqueras y Otegi y algo me obliga a reflexionar sobre ese “pacto”.


Un señor como Junqueras condenado por rebelión, malversación y sedición en Octubre del 2019, preso cumpliendo condena y en tercer grado para poder hacer campaña electoral y el señor Otegi , coordinador general de Euskal Herria Bildu, condenado en su día como miembro y Jefe de la banda terrorista ETA y actualmente, socio del  Gobierno Social-Comunista presidido por el señor Sánchez, estaban en televisión en un programa matutino manifestando un «pacto de apoyo” para la Campaña del día 14 al Parlamento Autonómico Catalán.


Es decir, que un señor que lideraba en su momento una banda terrorista, que, en el 19 de junio de 1987 en el Hipercor de Barcelona, puso una bomba y asesinó a 21 personas causando innumerables heridos, se dedica a apoyar al señor Junqueras y este acepta el apoyo y sin respetar la memoria de sus paisanos asesinados. Inmoral.


Es verdad, que el tiempo pasa muy de prisa y que solo nos centramos en lo ocurrido ayer o como mucho respecto a lo acontecido en la semana pasada. Todo fluye a tal velocidad, que nos vemos obligados a resolver lo inminente y urgente, pero hay cosas que como poco nos “revuelven” la conciencia y que producen un sentimiento, como de deuda con una parte de nuestra sociedad, la misma que ha sufrido lo peor de una época reciente.

Este pacto, acuerdo, apoyo o díganle como quieran, me produce un profundo sentimiento de indignidad y tristeza. Ahora pregúntense cuál debe ser el sentimiento que habrá producido en los familiares de aquellas víctimas.

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