Creo que hace unos meses escribí sobre la tendencia que últimamente se tiene a resolver las cuestiones más polémicas mediante un referéndum y lo poco democrático que me parece esta solución. Ahora que lo pienso bien, es posible que me falle la memoria y no lo escribiese, pero desde luego pensé en ello y, de hecho, no se me va de la cabeza. Estamos confundiendo, cada vez con mayor frecuencia, las soluciones últimas y extremas con los ejercicios de verdadera democracia. No seré yo quien niegue a una consulta popular su carácter democrático, pero eso no quiere decir que sea el único modo de resolver una controversia, ni mucho menos el más democrático.

Dejarlo todo a un sí o un no, es demasiado radical y arriesgado. Cuando nos enfrentamos a un referéndum quedamos al albur de cómo se ha redactado la pregunta, de si esta se realiza en un fin de semana de mucho sol y, sobre todo, de las intenciones segundas que tenga el gobierno que la realiza. Así mismo suele ser un modo fácil de parecer muy demócratas, pero en el fondo sustraemos al ciudadano el debate calmado y sosegado que merecen las decisiones importantes y, sino que se lo digan a los británicos con su malogrado Brexit.

Supongo que todo esto es fruto de estos tiempos que vivimos en los que lo inmediato manda. Queremos soluciones rápidas que nos den la razón o que nos la quiten de un plumazo. El debatir, llegar a consensos, ceder para lograr finalmente una solución que nos guste a todos, se nos antoja demasiado aburrido y lento… mucho mejor dejar que hablen las urnas y si no nos gusta, pues en unos años repetimos hasta que salga lo que nos apetece. Todo menos dialogar. Por otra parte, en no pocas ocasiones he escuchado eso de que “a mí no me preguntaron” (por ejemplo, al hablar de la Constitución de 1978) y lo que yo me cuestiono es si de verdad los que se quejan de esto querrían contestar a la pregunta con algo que fuese más allá de un sí o un no.

Pues bien, ahora tenemos la oportunidad y la herramienta para poder escuchar y ser escuchados. La Comisión Europea ha creado una plataforma digital multilingüe para debatir acerca de la Conferencia sobre el Futuro de Europa que durante aproximadamente dos años debatirá sobre qué camino ha de seguir el proyecto europeo. Aspectos tan importantes como la gestión de fondos, las políticas de inmigración o el papel internacional de la diplomacia europea están sobre el tapete esperando que hagamos juego.

Es pues el momento de dejar a un lado las excusas que solemos ponernos para no involucrarnos en política y participar de verdad en el juego democrático del debate y la confrontación de ideas. Y claro que sí va a servir decir lo que pensamos, y por supuesto que nos van a escuchar. Sólo no intentarlo no sirve de nada. Cuesta un poco más que un referéndum, pero obtendremos unos resultados mucho mejores.

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Francisco Sigüenza

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