Que Podemos es un partido plagado de matones bolivarianos es algo que muchos ya nos olíamos. Que tras la detención de dos trabajadores de Podemos por agredir a policías nacionales en el mitin de Vox en Vallecas se confirma esta teoría, también. Aquel que se levantaba de un debate porque una mujer libre le dijera cuatro verdades a la cara no ha podido quedar más retratado. Si en ciertos momentos se viven situaciones “pre-guerracivilistas” es precisamente porque Podemos ha asumido como propia la práctica de enviar asalariados a golpear a contrincantes políticos. Sicarios de los que venían a asaltar los cielos y que solo han conseguido dar pena. Y asco. Mucho asco. Y es que en democracia no todo vale. Parece que se les ha pegado algo más que el odio a España de sus colegas de EH Bildu. La kaleborroka podemita es ya una realidad contrastada a la vista de todos. No serán capaces de madrugar para levantar la persiana de un negocio, pero ¿y lo bien que se les da lanzar piedras a quienes no piensan como ellos?
Y esto solo puede ir a más tras la presumible debacle de la izquierda que tendrá lugar mañana en Madrid. La realidad es que Podemos ya no tiene la calle -si es que alguna vez la tuvo- y que solo son capaces de reunir manifestantes y alborotadores previo pago. Es la revolución de los bien pagaos. Urbanitas que son capaces de ser comunistas en un país libre, pero se niegan a asumir que jamás serían libres en un país comunista. La pega que tienen es que incluso han perdido los barrios y en todos y cada uno de los lugares donde encontraban su nicho de votos, los ciudadanos han abierto los ojos. Y serán ellos los que manden a los marqueses de Galapagar a su mansión. No se preocupe señor Iglesias, que se va a hartar de ver series. Que te aguante tu mujer, que nosotros ya estamos bastante cansados de tus tonterías y tus lloriqueos.
Creo que a la primera pregunta que debería responder “coleta morada” es: ¿cómo se puede pasar de querer iniciar una revolución a subirse a un escenario y lloriquear porque te llamen “rata chepuda”? ¿Cómo se puede tener una bífida lengua tan larga y, a su vez, la piel tan fina? Creo que la respuesta la conocemos todos: cuando firmó la hipoteca de su mansión firmó su sentencia de muerte -política- pero a su vez abrió la puerta que le daba acceso a convertirse en ese 1% de ricos. Intuyo que siempre fue ese su sueño. Ser un snoob apoltronado y enriquecido con el dinero de los impuestos de unos trabajadores a los que ha necesitado expoliar para poder pegarse la vida padre. Vivir como un rico a costa de los pobres. Es de primero de comunismo. Me pregunto cuando se comprará un Rolex. Lo de Pablo Iglesias me recuerda a la escena de American Psycho donde los magnates comparan sus tarjetas de visita entre envidiosas críticas. Uno no es verdaderamente rico hasta que lo aparenta. Y a él solo le falta subir a su Instagram una foto en el jacuzzi de “Villa Tinaja”.
Pero volvamos a lo importante. Podemos sabe que su única manera de seguir existiendo -lo de crecer ya lo dan por imposible- es volver a sus orígenes. Esto es, generar odio y enfrentamiento. Y como las palabras ya no les son suficientes ante las continuas contradicciones entre el ideario y la verdad, han tenido que pasar a los hechos. Ha intentado por activa y por pasiva señalar a Vox como culpable de la efervescencia social que ellos mismos llevan produciendo desde 2014. Señalan a su enemigo mientras esconden la piedra detrás de su espalda. Pero la verdad siempre sale a la luz. Pablo lo sabía y por ello dimitió cinco minutos antes de que sus propias bases lo echaran -lo que en política es, a todas luces, una gran victoria-. A su partido solo les quedaba un camino: la violencia. Ataques sistemáticos al único partido disidente de su locura y odio. Si hoy reinara el mismo caos que en el 34, al mitin de Vallecas hubiera enviado pistoleros. Y no dudo en absoluto que, en caso de que Vox entierre a Podemos en sus “barrios bandera” y consiga entrar en el Gobierno de Madrid, sea esa la nueva senda a seguir. Morir matando. Esto es de segundo de comunismo.
Los madrileños tienen en su mano una gran oportunidad de enviar a casa al enemigo público número uno de la concordia y la grandeza nacional. Él solo busca dividir a la sociedad en colectivos para enfrentarlos como busca el separar a los territorios y balcanizar España para conseguir -en algún momento- gobernar, aunque sea sobre cenizas. Pero, me parece a mí, que lo más épico que va a hacer Iglesias es volver a empezar Juego de Tronos.
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