EGO, una palabra de tres letras, tan pequeña y tan inmensa a la vez. Podría llamarse amor propio, pero no es el matiz adecuado. EGO tiene una connotación solemne y totalitaria tal vez. Hay grandes egos, egos soberbios, egos de todo tipo. Lo que está claro, es que todos, y digo bien todos, tenemos uno en mayor o menor medida. Somos únicos, especiales y auténticos. Como la personalidad.

Desde la más tierna infancia tenemos en desarrollo uno que se agranda o decrece dependiendo de las experiencias que vamos acumulando a lo largo de los años. La gestión del ego es algo complicado, más cuando lo que gestionas no es tu perfil, sino el de otros. Eso es exactamente lo que hacen los asesores, los responsables de comunicación, los responsables de redes sociales de una marca, los community manager de una empresa… gestionar “yo” variados, de otros que no nos pertenecen, pero sí que dependen de nuestra buena o mala gestión para prosperar, ser populares, tener éxito o por el contrario hundirte en la miseria o pasar desapercibido cual alma en pena.

Esto es un arma potente, poderosa diría yo. Saber que el éxito depende de cómo presentes al “yo” de otra persona, empresa… ¿serás capaz de asumir que tu personaje triunfe gracias a tu trabajo? ¿serás capaz de asumir las quejas y reproches de tus “yo” postizos? Pues claro que sí, eso es de ser una gran persona, seamos generosos con los egos de los demás, no cuesta nada hacerles sentir bien y asumir que, en el fondo, estamos juntos en el mismo barco.

Hoy por hoy, el gran reto es conseguir que los perfiles de los que hay que promocionar y los de los promocionadores cuajen bien, tengan sintonía y afinidad, en definitiva, caminen juntos. Es fundamental si se quiere conseguir un buen resultado tanto a corto como a largo plazo. Referente al egocentrismo, mejor no entrar en esa palabra, al igual que egoísta, ególatra… un sinfín de palabras con sentido peyorativo que no auguran nada bueno.

En resumidas cuentas, es mejor que cada cual gestione su propio perfil para no salir trasquilado; y si tienes que gestionar el perfil de otra persona necesitas tener confianza plena, mucha empatía, serenidad, debe ser algo así como una simbiosis, ir dos a un mismo ritmo, pensar lo mismo, ser capaz de captar las ideas, matices, detalles de la otra persona.

Este es el trabajo en la sombra, el que no se ve, el trabajo desdibujado en una silueta casi transparente, el poco agradecido, pero a la vez muy importante de dar voz a los demás. Un trabajo poco agradecido, que te esclaviza y por el que a menudo pierdes el sueño, un trabajo que te enreda y enmaraña pues siempre encuentras otra novedad para innovar, dar publicidad o difusión.

No perdamos nuestra identidad detrás de un perfil. Si te hace feliz, date un homenaje en redes sociales… ¿por qué no? Y la gente te dirá… ¡Te pasas el día con el móvil! Este artículo de opinión está dedicado a ellos, los responsables de las redes sociales. ¡Sois muy grandes!

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Publicado por
Mónica Borrás

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