No maten al mensajero

Hace unos días se hizo formal lo que materialmente muchos ya sabíamos: el primer estado de alarma fue inconstitucional. Nos encerraron a 47 millones de españoles con un instrumento jurídico ilegal. Hundieron miles de negocios por una jugada política de evasión masiva de controles democráticos. Separaron familias durante meses con una retahíla de mentiras. Sánchez en estado puro.

El Tribunal Constitucional, por recurso único y exclusivo de Vox, hizo lo que debía hacer, esto es, interpretar la Constitución y las leyes para analizar la adecuación o no de un estado de alarma al ordenamiento jurídico español. Y falló a favor de la Libertad. Y falló en contra de la Moncloa. Ni los más sibilinos asesores del presidente del Gobierno -ni siquiera el maltrecho Iván Redondo- pudieron pronosticar el brutal varapalo que el socialismo se ha llevado delante de toda España. Hoy -como siempre- Sánchez es el hazmerreír de toda Europa, por méritos propios. Su escenificación torticera diaria en sus ruedas de prensa manipuladas durante el confinamiento no eran más que un monólogo en el que el único que no reía era el público. Su vileza no conoce límites. ADN socialista. Llevan la manipulación de masas en la sangre.

La respuesta de las “cloacas” monclovitas ha pasado por redoblar sus ataques y amenazas de ilegalización de Vox y, como no, en la presión sistemática a aquellos magistrados del Tribunal Constitucional que tenían tamaña responsabilidad de quitarle la careta al mayor mentiroso -con permiso de Zapatero- de la Historia de España. Respecto de lo primero diré que jurídicamente no se puede legalizar al único partido que se puso entre el golpismo catalán y la Constitución en el golpe de estado y que hoy se ha puesto entre la apisonadora sanchista y el catálogo de derechos y libertades de las que disfrutábamos los españoles antes de la llegada del traidor mayor del reino. En cuanto a lo segundo le diré, sr. Sánchez, que no puede matar al mensajero. Desde estas humildes líneas, le exijo que cese de inmediato las hostilidades contra el mayor garante de la constitucionalidad que tenemos en nuestro país y que reconozca, de una vez por todas, que el verdadero autor de esa sentencia de inconstitucionalidad del primer estado de alarma es usted y sólo usted. Fue usted quién colocó la soga al cuello de los hosteleros y comerciantes. Fue usted quien armó la mayor estafa masiva de la democracia española. Fue usted quien situó a España en el mapa del virus chino como país con mayores restricciones y con mayores cifras de fallecidos y contagiados. Porque así ha sido. Las tiránicas medidas supuestamente sanitarias del Ejecutivo no sirvieron en absoluto para frenar la pandemia. Usted vio la oportunidad de aplastar al pueblo español, de poner en práctica la agenda ideológica de una izquierda enfermiza y simplemente apretó el botón rojo a sabiendas de su más absoluta ilegalidad.

Si Sánchez y su gobierno de sátrapas ya ocupaban sus puestos de forma ilegítima al llegar al poder de la mano de terroristas y golpistas, esta semana han quedado marcados definitivamente como unos dictadores de tres al cuarto. Pero desde luego es encomiable su rotunda y total entrega a la extensión del mal. Sus corazones son de hierro. Colas del hambre, persianas bajadas, miedo, desasosiego. Incertidumbre. Desde luego, estos malnacidos son inmunes a las penurias del pueblo español. Su insensibilidad solo es comparable a su irresponsabilidad. Y ya es mucho decir.

Y para tapar toda esta ignominia y ante la inminente publicación de la sentencia del Tribunal Constitucional, un cambio masivo de gobierno. Humo. “Juego de tronos” al servicio de la salivación mediática de unos canales de comunicación prácticamente sometidos al régimen. Sánchez es un trilero y juega a esconder la bolita tomándonos al resto por tontos. A nadie le importa que despida a su jefe de gabinete o al fontanero Ábalos. Podrán cambiar las caras, pero el fin del Partido Socialista sigue siendo el mismo: la redistribución equitativa de la miseria. Es el gran plan.

Los derechos y libertades de los españoles se han defender con el mismo ímpetu que se demostró para conseguirlos. Y hay que defenderlos día tras día en las tribunas de las instituciones, en los tribunales y en la calle. Y no basta con que en redes sociales se evidencia un mensaje contrario al que se da mediante los actos. Y todo ello lo digo por el Partido Popular de Pablo Casado y su escudero García Egea. Nada más conocerse la sentencia del Tribunal Constitucional salieron con sus ya típicos golpes en el pecho a decir que “ya lo avisaron”. Pues sr. Casado, no basta con avisar, hay que actuar. Y hay que actuar siempre igual, con el mismo sentido y la misma fiereza. No vale felicitarse por un hecho en el que ustedes se han escondido debajo de la mesa y demostrando únicamente “lealtad” a Sánchez en todas y cada una de las votaciones que sirvieron para alargar un agonizante estado de alarma que rebosaba inconstitucionalidad por sus cuatro costados. Ustedes fueron cómplices en su momento. Hoy, unos simples hipócritas.

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