Parental Advisory

Hacia finales de la década de los 80, en la gran mayoría de discos se podía leer unas letras grandes en blanco y negro que avisaban a los padres sobre el contenido explícito e inapropiado del material en cuestión para los jóvenes.

Todo nació a raíz de una canción de Prince, “Darling Nikki”, cuya letra, al parecer, escandalizó a Tipper Gore. Efectivamente, la mujer del vendehumos (nunca mejor dicho) Al Gore, entonces senador y más tarde vicepresidente durante el gobierno de Bill Clinton. La segunda dama empezó una campaña mastodóntica con la intención de educar a los padres sobre el contenido obsceno de algunos temas musicales. Convencida que el rock era ofensivo y promocionaba el sexo, violencia, consumo de drogas, etc. creó el Parents Music Resource Center (Centro de Recursos Musicales de Padres), para censurar y catalogar la música. El PMRC (por sus siglas en inglés) contó con el apoyo de otras dos mujeres entre las que se encontraba la esposa del senador Strom Thurmond, otro miembro del partido demócrata que defendía la segregación racial. Todo muy lógico. De esa lógica progre, el rock es la raíz de todos los males, pero la segregación racial es una medida de paz y amor.

Como se ve, esos llamados demócratas y liberales, siempre han intentado dogmatizar a la sociedad, enseñarles y guiarles a través de la censura o bien tratar de instrumentalizar a la población haciéndoles creer que es mejor si alguien piensa por ellos. Siempre por “el bien”, tuyo, de tus hijos, de la sociedad o, incluso, el mundo, entrando en conflicto la mayoría de las veces entre lo que prohíben y lo que hacen. Urge a decir que fueron innumerables los artistas que se rebelaron contra esta medida, los rockeros del momento lo consideraron un dictatorial ataque a su libertad de expresión y a su independencia creativa. Los Ramones fueron más allá alegando, en su canción “Censorshit”, que esta medida era para tapar los problemas sociales reales. Por aquél entonces, la sociedad no había caído rendida a los cantos de sirena de los aprendices del buen globalista. Así que los álbumes más buscados eran, precisamente, los marcados con el signo de Caín: Parental Advisory- Explicit Content.

Ha pasado el tiempo y los zurdos aprendices del buen globalista se han hecho maestros (y millonarios), consiguiendo adormecer al pueblo y se han extendido como una mala hierba, absorbiendo para sí toda la savia del árbol de la libertad. La ideología de la izquierda ha ido infectando toda raíz de pensamiento crítico, todo aquello que pudiera conducir a una filosofía alejada de sus axiomas, se ha apoderado vorazmente de uno de los pilares que hace grandes a los humanos: las artes.

Entre las artes fagocitadas por la izquierda está la música y, curiosamente, ese símbolo de fuerza, rebeldía y libertad: el rock. Algunos han cambiado ese siempre fresco e inspirador “Born To Be Wild” por un rancio “Born To Be Red” y con el cambio han mutado la rebeldía por un odio visceral contra el que no comulga con sus dogmas o, simplemente, no dice lo que quieren oír. El aviso ya no es sólo para padres, es para todos: atención, pensamiento disidente, no tocar. Ya no ponen etiquetas físicas, ahora son mediáticas y sociales. El caso más reciente y sonado, pero no el único, ha sido la caza de brujas que la izquierda ha lanzado contra el mítico músico Sherpa. Una caza y una segregación que quieren hacer extensible a todo aquello y aquellos que toca. La única guerra civil que me viene a la mente cuando pienso en el rock es la canción de Guns N’Roses “Civil War”, pero jamás había visto una lucha encarnizada de tamaño nivel contra un compañero de trabajo hasta el punto de intentar convertirlo en paria.

El arte puede tener ideología, y de hecho muchas canciones resaltan un descontento social, pero mal vamos si está politizado. Ya dedicarse a la música, o cualquier otro menester artístico, es vivir en una jungla que te devora al mínimo descuido, como para entrar en guerras políticas con el único objetivo de hundir, al contrario, entrar en lucha no porque sea un adversario creativo si no por osar pensar de forma opuesta. Quizás sea porque esa omnipresente izquierda, ve tambalear su reino, la hegemonía ideológica se agrieta, las voces discordantes, los versos sueltos, incomodan a una prole que lleva mucho comiendo del Estado a costa del ciudadano.

La vehemente inquina que se está vertiendo contra el disidente ideológico, llega hasta el punto de querer arrancar de cuajo no sólo su libertad si no que también, su medio de sustento. Es una muestra más de la maldad de unos rebotados sociales, que no son ni de “vive y deja vivir” ni, como la película de James Bond, “vive y deja morir”. Sienten que sus jardines de Babilonia se marchitan, su “club de pocos y siempre los mismos” agoniza, porque también entre ellos hay clases. Ya no hay espacio para la “Stairway To Heaven” y la “Highway To Hell” … sólo permiten el camino al infierno y son de morir matando. Y ahora alguno, con torticeras intenciones, me sacará a Hasél, que no viene a cuento porque estamos hablando de música. Pero entro al trapo y afirmo con rotundidad que no es lo mismo. ¿Se imaginan a U2 o a los Cranberries ensalzando y aplaudiendo las matanzas del IRA? Y, de todas formas, hoy denuncio el ataque directo, sin tregua, encarnizada, contra un compañero de carretera y cartel sólo por pensar diferente.

La ironía de los que defienden que alguien pueda decir que hay que matar a un nombre y apellidos, o cagarse en lo más sagrado, pero jamás se le podrá tolerar a nadie que se aleje del camino con ladrillos rojos, desviarse a la derecha está castigado con la pena capital para todo artista. A pesar de la condena, el rock nunca muere, el de verdad, el de la libertad, el de la música de calidad, el de los nacidos para ser salvajes e ir contra el viento… ROCK NEVER DIES.

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