España

A vueltas con el botellón

Creo que a veces me pongo pesadita con este tema ya que es algo que me gustaría contar desde el diván, por si esa supuesta terapia me libera de este rechazo cuasi obsesivo. Deja el mundo correr me dicen mis cercanos, hartos de soportar mis reflexiones que se van enriqueciendo con el paso del tiempo y además dándome la razón. Es que no le encuentro ese vehículo de socialización con el que muchos lo justifican mientras que otros lo derivan a que es un transitorio escape de la adolescencia que luego va reconduciendo con el tiempo. Yo insisto, de eso nada, monada.

La ingesta descontrolada de alcohol, que como todos sabemos, trasmuta nuestro estado natural a otro impostado, desinhibido, sin filtro ni control, no nos propicia una interlocución acorde con nuestro raciocinio habitual y no es instrumento válido para socializarse. Jóvenes que en plena adolescencia están a la vuelta, merced al estado de embriaguez de todo lo que la vida les brindará en su momento, cuando estén maduros para ello, convirtiéndoles en ancianos emocionales, muchos de ellos con afecciones neuronales irreversibles… ¡Cómo me voy a callar!

No voy contra los jóvenes, voy contra quienes lo permiten. Contra quien les facilita espacios para que se autodestruyan con las espurias intenciones de darles complacencia para llevárselos al huerto de los predios partidistas. La contención durante la pandemia ha influido en la nueva normalidad, en que se haya sobrepasado incluso la antigua normalidad trayendo un mal añadido que se llama violencia descontrolada.

Lo que hemos visto en Barcelona es inaudito. El mundo al revés, ¿los menores? Infractores corriendo tras los agentes del orden, solamente porque se les conminaba a guardar las normas covid. Desde luego aquí se evidencia el modelo nefasto del independentismo, todos saltándose las leyes a la torera, con su corte -aunque vaya reduciéndose- viviendo del erario público. He aquí Puigdemont, la estrella del fraude a todo lo defraudable. Bueno, yo no, porque no esperaba menos, como tampoco esperaba otra cosa del que ha sacado de prisión a los enemigos de España unida. Ese gran fraude que se llama… bueno, ya saben cómo se llama. Para que escribir lo que está en la mente de todos y darle más publicidad a quien nos desgobierna.

¿Veis como necesito un diván? Es que por donde tire, siempre desemboco en lo mismo. En cualquier caso, me lo reconozco, y eso es un factor a mi favor. Pero a quien aludo con tanta frecuencia para desearle lo mejor… pero fuera de la política. Sí, debería someterse a una terapia intensiva, aunque solo sea por su permanente mitomanía. ¿De qué hablaba? Ah, sí, del botellón. Bueno, eso lo mantengo a la vez que me disculpo por mi salida del encuadre. Me lo haré mirar cualquier día de estos… ¿Cómo? ¿Nueva subida de la luz? Señor perdóname, estoy súper-provocada.

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Publicado por
Marisol Morente

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