Impotencia, rabia e incredulidad

No recuerdo con claridad qué edad tenía exactamente. Pero sí sé que, a mediados de los 80, la situación en España con respecto al tema del terrorismo asesino de ETA era de pánico generalizado en cualquier parte del país y de una sensación de impotencia, mezclada con rabia e incredulidad que, a menudo, hacía que más de una vez, en muchas casas, como la mía, brotaran lágrimas a la hora del telediario.

Como decía, no recuerdo exactamente cuántos años tenía. Pero lo que sí recuerdo es aquella primera conversación con mi padre sobre este tema. Me decía que, si alguien me preguntaba en la escuela o en cualquier otro sitio cuál era su trabajo, me limitara a decir que “era marino”, para evitar la expresión “era militar”. A menudo portaba su arma reglamentaria sin estar de servicio, porque, a pesar de ser patrón de una lancha de vigilancia portuaria, sabía que, en aquel momento, nada ni nadie podía impedir que fueran a por ti y a por tu familia, si se les metía entre sus cejas asesinas.

Con la memoria de aquel niño trasladada hasta hoy, trato de recordar el preciso instante en el que mi padre comenzó a temer que algo podía pasarle (o pasarnos), y siempre tuve la sospecha infantil de que había aparecido en algún listado de amenazados, aunque por aquel entonces, los amenazados no se restringían solamente a aquellas listas. Hoy, años después de su fallecimiento y tras muchos más recuerdos de conversaciones infinitas con él sobre este tema; me pregunto, ¿qué pensaría sobre los acontecimientos a los que asistimos en estos días? Estoy seguro de que esa impotencia, rabia e incredulidad de antaño, seguirían plenamente vigentes.

El 20 de octubre de 2021 se ha conocido lo que muchos ya sabíamos, ETA siempre ha llevado la iniciativa. La banda terrorista decidió cuándo matar y cuándo dejarlo, mientras los diferentes y sucesivos Gobiernos del Estado Español se rendían y plegaban a sus exigencias. Se pueden hacer sesudos análisis al respecto, pero no hay más historia. El 20 de octubre de 2021 se ha conocido lo que muchos sospechábamos, que el PP de Mariano Rajoy Brey era parte en la negociación de ETA con el PSOE: “Haz lo que tengas que hacer y me vas diciendo”, le dijo a Zapatero en 2006. Esas palabras serán parte de su (gran) legado de traición a los españoles.

Ahora, ya tenemos claro por qué el PP era tan reacio a no hacer públicas las actas de las negociaciones con la banda miserable. Sólo me pregunto si Pablo Casado era conocedor de todo esto cuando le dijo a Santiago Abascal, en sesión parlamentaria de moción de censura, aquello de: “este partido que conoce bien y que a usted le conoce muy bien, ha pagado un tributo de sangre que ahora pisotean personas como ustedes”.

Si lo sabía, ya está tardando en marcharse; por cínico y por no ser capaz de taparse cuando hace frío. Si no lo sabía, ya está tardando en marcharse, porque el presidente de un partido que aspira a ser Gobierno puede ser muchas cosas menos iluso, ingenuo o cándido. Tendríamos que verle las suelas para comprobarlo. Y, mientras tanto, asistimos a la enésima teatralización de la relación onanista entre Sánchez y sus socios, amigos de los asesinos. Arnaldo Otegi, por su parte, admite abiertamente que BILDU y ETA son exactamente lo mismo al decir que: “nosotros tenemos a 200 presos en la cárcel y si para sacarlos hay que votar los Presupuestos, pues los votamos” (TENEMOS); Sánchez le asegura a Casado que no atenderá la demanda de Otegi de liberar a sus compañeros de violencia asesina. Ya podemos ir preparando, de nuevo, la sensación de impotencia, de rabia y de incredulidad; porque nos van a hacer buena falta.

Lo más triste y preocupante de todo esto es que, mientras las víctimas del terrorismo etarra siguen siendo humilladas, tenemos que ver cómo histriónicos personajes como Gabriel Rufián (qué 18 meses más largos nos está dando…), cual pastor de secta oportunista, retozan en el cesto de nueces recién caídas afirmando que el pasado es pasado y que hay que mirar hacia delante y que, quién no se alegre del nuevo discurso de los asesinos es porque es una mala persona. Igualito que hacen con la Guerra Civil y con Franco, oiga

La izquierda rancia y sectaria busca los muertos de hace 80 años, pero no le importan los muertos de ETA, ni los casi 400 crímenes sin resolver, eso no. Porque las excusas son infinitas a la hora de blanquear “a los suyos”. En definitiva, ETA dio 48 horas al Gobierno para liberar a los presos a cambio de la vida del joven concejal Miguel Ángel Blanco. Como el Ejecutivo no cedió al chantaje, le asesinaron de espaldas y de rodillas, con dos tiros en la cabeza. Al joven concejal de Ermua lo dejaron medio muerto en un monte para que acabase falleciendo en el hospital.

Hoy, Pedro Sánchez se deja querer con el mismo chantaje. Pero a cambio de un par de añitos extra de Falcon y lo hará, no lo duden. Pero para Rufián, las malas personas somos nosotros. Impotencia, rabia e incredulidad.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*