La política hecha oprobio

Cuando conviertes la política en un circo para hooligans, sólo los hooligans se interesarán por la política. No encuentro otra lectura para comprender cómo los resultados de las últimas elecciones autonómicas celebradas en Andalucía se han convertido en la reivindicación de una izquierda sentenciada al ostracismo institucional que celebra como si de un hito histórico se tratase de que «VOX ha crecido menos de lo esperado» mientras que el Partido Popular ha obtenido un resultado histórico.

Si bien es cierto que las mayorías absolutas no son consecuencia de las casualidades y hay que felicitar al PP por su logro, buena parte de su éxito ha radicado en el miedo y el complejo de una izquierda que no ha dudado en lanzarse a los brazos del que han considerado su rival político durante décadas y en el que ahora encuentran una complicidad más que sospechosa. Todos unidos por conceptos tan abyectos como tóxicos para la ciudadanía como la aberrante Agenda 2030.

Que en un escenario como Andalucía, conocido por sus cortijos, corrupción y redes clientelares tejidas a conciencia por un socialismo amante de los burdeles y las drogas, con todos los vetos y censuras impuestos a VOX desde los medios paniaguados y con una campaña orquestada por la izquierda contra Macarena Olona, llevando los extremos de su ignominia a una presunta prevaricación y delito electoral de la alcaldesa de Salobreña que, una vez más, VOX solo contra el mundo haya conseguido crecer es un hito positivo como positivo es que la sociedad andaluza haya manifestado un rechazo abierto a las políticas de ultraizquierda.

Sin embargo, sería un error trasladar esos resultados autonómicos a un escenario en clave electoral nacional. Los reiterados vaivenes del Partido Popular a las políticas progres demuestran que es un partido que va gobernado a la deriva en términos ideológicos mientras el señor Feijoo y sus acólitos se empeñan en adornarlo con un bonito eufemismo calificado de «moderación». Así pues, mientras los populares ponen toda la carne en el asador por competir con el resto del consenso «progre» a ver quién la tiene más larga, en el día del orgullo violando la Ley 39/1981 en una cantidad incontable de instituciones públicas, VOX ha sido el único partido presente en la concentración provida convocada por NEOS en Madrid el pasado 26 de junio. Y yo me pregunto, ¿dónde quedó ese afán reivindicativo del PP por la vida y contra el aborto? Tal vez en el mismo sitio donde murieron sus reivindicaciones contra el adoctrinamiento en las escuelas y donde quedaron postrados al fundamentalismo «progre» llegando a insinuar que España es una «nación de naciones». Quién los ha visto y quién los ve.

Desde luego, los problemas de España no son los de Andalucía, pero los problemas de Andalucía sí son los de España. El tiempo dirá si, una vez más, el pueblo ha vuelto a regalar una mayoría absoluta para perder 4 años o, por el contrario, para terminar con la infamia política del comunismo y del socialismo. Sea como fuere, VOX ha demostrado que vuelve a ser, una vez más, una garantía de discurso político y que, los mismos que han parasitado una autonomía durante décadas, se lanzan ahora a los brazos de su rival político para evitar que los verdaderos «leñadores» vengan con sus motosierras a cortarles el grifo.

Para los parásitos sociales, vividores y paguiteros corruptos, el Partido Popular puede que no sea el buque donde disfrutar su particular crucero, pero sí un buen bote salvavidas cuando el buque se va a pique contra el iceberg de la España viva y valiente. Y de todas esas ratas que son las primeras en abandonar el barco cuando se hunde, tenemos una política hecha oprobio, basura e infamia que pagan los españoles cada día cuando van a comprar al super mercado o cuando van a llenar los depósitos de sus vehículos.

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