Sólo puede quedar uno… Esa parece que es la frase favorita de Pedro Sánchez, Antonio para los amigos.Carmen Calvo, Ábalos, Pedro Duque, Isabel Celaá, González Laya, Campo Moreno, Adriana Lastra, Sicilia… Sus hombres fuertes, sus leales, los que le volvieron a llevar a Ferraz y de allí sin pisar el Congreso de los Diputados a La Moncloa.
Madrid, fue la primera, Castilla y León la segunda y Andalucía ha rematado la lista de fracasos electorales de Antonio. Cada vez que pierde elecciones cesa a sus leales, por renovación, por embarazo de riesgo o porque simplemente a él le estorba. Porque para Antonio, estorban todos menos él, que es intocable.Pero volvamos al principio, solo puede quedar uno… ¿quién será ese uno?
No será Antonio, a Antonio le vamos a echar los españoles cuando nos deje ir a decirle en urnas lo que ya le dicen las encuestas y la calle. Antonio dejará España en la ruina, como buen socialista, pero también en la ruina moral.¿Saben quién es ese uno? Arnaldo Otegi. El gran aliado de Sánchez, su más leal compañero de camino para arruinar España. Su compañero más leal para destruir nuestra Nación.
Ese que estaba en la playa mientras España agonizaba junto a Miguel Ángel Blanco hace 25 años. Ese que brindó con cada asesinato por parte de ETA. Ese que hoy hace que Sánchez sea presidente. Sánchez está en manos de quien la tiene manchada de sangre por españoles leales a una Nación que merece ser respetada y no ultrajada.España afronta unos meses de una inestabilidad social y económica que tan siquiera Zapatero consiguió.
Vienen unos meses en los que las fuerzas democráticas, cuyos principios pasan por la defensa de la Jefatura del Estado en Felipe VI, la unidad de España, la Constitución y la defensa de nuestras Fuerzas Armadas deben situarse en un frente común contra quien se ha propuesto destruir el país que un día le hizo presidente del Gobierno.
España afronta en estos meses, antes de las próximas elecciones generales, unos retos en los que debe prevalecer la fortaleza de nuestra Historia.Sánchez caerá, pero nos deja a un Otegi más fuerte y decisivo que nunca.
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