Todo este tiempo vacacional en contacto con la naturaleza, la montaña y el mar ante nuestros ojos, la mirada lejana corrigiéndose la acomodación visual, con ratos para meditar, para convivir. En fin, lo de siempre, solo que este verano hemos practicado unas conductas alejadas de las habituales.

Siempre hemos funcionado en relación con el gasto con la moderación, la cautela y la austeridad que nos han impuesto los ingresos, a saber, esto para la intendencia, esto para la luz y el gas, los estudios de la prole etc. Este verano hemos gastado lo que tenemos y lo que no tenemos, en ocio, en restaurantes, en viajes, como si no hubiera un mañana, en líneas generales y eso que está todo carísimo. Lo achaco en la mayor parte a este mal Gobierno (ad hoc, la minúscula) que nos lleva por el mal camino, nos ha tocado el bolsillo tan escandalosamente, que vamos de perdidos al rio.

Hemos padecido efectivamente una metamorfosis, de gusanos de seda, empleados en su tarea de cumplir las funciones asignadas para circular por la vida, a meternos en un capullo (o podría decir el capullo, sin necesidad de dar nombre), con la dichosa pandemia. Si, amigos, ahora mariposeamos ufanamente como crisálidas abocadas al fin. Hace unos meses si alguien me lo hubiera dicho, pues lo habría tildado de exageración, pero la realidad está superando la ficción, así que puede ser que me está quedando corta.

Esta España nuestra, que diría Cecilia y D. Inocencio Arias en su última publicación, se desangra, pierde fuerza, bravura, hombría (adrede lo de hombría), prestigio internacional, riqueza, ancianos, bebés, relaciones, normalidad, en suma, solo porque los que han alcanzado el gobierno-en minúscula de nuevo-, han perdido los papeles donde estaba escrita la palabra VERGÜENZA. Los españoles no nos merecemos este retroceso estando en nuestra mano. Con la poquita democracia que nos va quedando, hagámosla valer. Espero que los que se la cogen con papel de fumar, los que entienden el enorme peligro de esta deriva, sean mayoría.

Cosas buenas también han ocurrido, pero en el ámbito científico eso sí. Hemos leído con expectación, como científicos catalanes, descifraban el genoma de la medusa Turritopsis dohrnii abriéndose la posibilidad de aprender cómo se puede vivir eternamente, sin convertirnos en pólipos, sino corrigiendo las enfermedades propias del envejecimiento alcanzando así mejor calidad de vida, con mejor salud, eso es buena cosa.

¿Y qué más bueno os podría contar? Uff, es que por dónde miro… no me gusta, la verdad. Eso que está en la boca de mucha gente, tras la metamorfosis, vivir al día, pues desde que me contaban el cuento de la Cigarra y la Hormiga, antes de que la didáctica entrara en mis neuronas, yo ya había asimilado que no es buena praxis para llevar una vida plena de libertades y realización. Esto lo achaco también al mimetismo con este gobierno (van tres), despilfarrador y sumamente recaudador.

Dios mío, tengo que salir de este bucle y me digo para mis forros; que piense en los míos, en mi familia, que yo no lo puedo solucionar, pero, ciertamente, si hablo, si advierto, si opino es precisamente por mi familia. Yo ya tengo los deberes hechos.

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Marisol Morente

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