Los hombres blandengues de los marxistas

Cuenta la leyenda que Karl Marx era un hombre tan dedicado a su familia que no flaqueaba a la hora de levantarse de madrugada para prepararles un suculento “fruhsrück”. Al bueno de Marx le complacía ver a los suyos gozando de un abundante desayuno con sus brötchen, embutido, queso, huevos pasados por agua y müsli aderezado con leche y miel. De hecho, el pobre Carlos Enrique tuvo que hacer malabares para poder escribir su sarta de teorías, que hoy en día siguen sin ser efectivas, ¡pero qué nadie diga que no lo intentó! No creo que sea fácil cargar con las responsabilidades que conlleva el cuidado de una familia y sacar tiempo para crear una ideología que ha conseguido destruir a millones de seres humanos en poco más de qué … ¿ciento cinco años si se cuenta desde La Revolución Rusa?

Nadezhda Konstantínovna solía comentar a sus allegados como Lenin, su esposo, la sorprendía con flores frescas los días de lluvia. En las duras noches de invierno soviético, el líder comunista cortaba leña para la chimenea. Nadezhda miraba complacida y lasciva el musculoso torso de su hombre. Para cuando Vladimir encendía la lumbre a su mujer ya se le había pasado el frío. La leña ardiendo junto con la entrepierna de La Dama Bolchevique creaba el ambiente perfecto para que el romanticismo se adueñara del salón de la pareja. Y entonces llegaba el gran momento en el que el revolucionario, postrado a los pies de su amada, recitaba conmovedores poemas de amor: ¡A las barricadas de almas y corazones! Sólo quien quema los puentes que va dejando atrás Es un verdadero comunista. Aún no ha cantado los días de la revolución…

Todo el mundo en el pueblo sabía que a Stalin le atormentaba el trato tan “masculino” que le había dado a su primera mujer, Yekaterina Semiónovna Svanidze, conocida como Kató, por lo que trató de enmendar su “toxicidad” con la segunda poniendo mucho cuidado en no cometer los mismos errores del pasado. Por lo que, trató de aliviar a Nadezha Serguévna Allilúyeva de la pesada carga que suponían las tareas domésticas y el cuidado de los niños. Solía verse al modesto líder comunista con sus pequeños, Svetlana y Vasili, de camino a la escuela cada mañana. De regreso al hogar, Iósif realizaba la compra diaria, ya saben: pan, leche y huevos, además de recoger el periódico. Todo era poco para su alma gemela y si había que retrasar una ejecución se retrasaba porque lo primero era su Svetlana.

¿Y qué decir de Mao? El asesino chino …perdón quería decir “El Gran Líder Chino” no dudó en sacrificarse y hacerse a un lado para que su cuarta esposa, conocida en Occidente como Madame Mao, pudiera hacer realidad sus expectativas laborales. Mientras Mao limpiaba el polvo Jiang Qing, “El Demonio de Huesos Blancos”, promovía una Revolución Cultural que haría elevar las cifras de represaliados y muertos a números insospechados.

Para Eva Braun, su Adolfo era un ‘solete’, hombre delicado donde los hubiera, pintaba cuadros, ejecutaba opositores, judíos y católicos a la par que hacía la colada. Con su cesta de ropa en la cabeza, cantando una canción: “¡La bandera en alto!, ¡Las filas firmemente cerradas!, La SA marcha, Con paso tranquilo y firme, …”, se dirigía el delicado hombre marxista al río para lavar las braguitas de su media naranja.

Terminaré esta breve lista de ejemplos de “hombres delicados” con un latino, El Galante Socialista Italiano, Benito Mussolini, en gallego Benitiño. Clara Pettaci y Benitiño se conocieron durante un paseo por la playa, los rayos de sol acariciando el cabezón de él, la brisa marina despeinando el cabello de ella … ¿cómo no iba a pasar?, el destino los había unido y ni la muerte los separaría. Hasta aquí seis de los mayores desgraciados de La Historia de la Humanidad, perdón, quería decir de los “hombres más blandengues de la humanidad”. Desgraciadamente, se podría hablar de más pero no tengo ni espacio, ni tiempo ni ganas. Una última cosilla, Tengan en cuenta que la evolución social viene de la mano de Los Globalistas porque, hasta ahora, no había hombres que se ocuparan de la compra, de bañar a sus hijos o de planchar. Esto nunca ha pasado, lo dice el Partido y punto.

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