Oz, un mundo de delincuencia

No hay fin de semana en el que no se publiquen noticias sobre reyertas o peleas multitudinarias. Luego, hay ciudades como Barcelona que juegan en otra liga y los desmadres, con muertos incluidos, se producen cualquier día. Lo que antes era anecdótico, ahora es algo habitual: cuchillos, patadas, heridos… es el plan de muchos jóvenes para pasar unos días de diversión. Y que nadie ponga el grito en el cielo contra el extranjero, no, los del terreno también disfrutan de las mismas aficiones. Que tampoco digan que pertenecen a determinados extractos sociales, no, las camisas de marca y zapatillas caras también se pasean por el campo de batalla.

¿Y qué hacen los de arriba mientras tanto? Aplicar políticas sociales (lo que dan de sí estas dos palabras) que en la mayoría de los casos se pierden en vaya usted a saber dónde. Suponga el lector que, a la larga, todo se arregla con estas medidas tan progresistas e igualitarias, que sería maravilloso; ¿qué ocurre mientras tanto? Porque seguro que de la noche a la mañana la lacra no desaparecería, habrá que tomar cartas en el asunto, ¿no?

Quizás el tratamiento mientras dura la enfermedad, porque eso es lo que es la delincuencia, un mal que va deteriorando la sociedad, sea la policía. En cualquier país civilizado entienden que cuando un ciudadano delinque, los cuerpos policiales actúan. En España no, aquí cuando se cometen delitos, se actúa como que no pasa nada y si hay que defender al infractor, pues se hace que, al fin y al cabo, los votos no conocen el Código Penal.

El dinero que se gasta la Administración en formar, equipar y pagar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad para que aparezca el político de turno, en este caso, el alcalde de Bilbao y los tilde de payasos. Que frases “bonitas” hacia los miembros de las fuerzas del orden salgan de la boca de Pablo Iglesias, no le extraña a nadie; ridículos como el del otro día es lo único que le queda al exvicepresidente para mantenerse en el candelero (seguro que el gabinete jurídico del Ayuntamiento de Madrid emprenderá las actuaciones oportunas, porque si hay que esperar a que lo hagan ciertos sindicatos que no han dicho esta boca es mía…), pero que sea el Sr. Aburto al que le cojan con el micrófono abierto atacando a los que cree que son su guardia pretoriana, no deja en muy buen lugar al jefe del Consistorio bilbaíno.

No es la primera vez que se habla en Minuto Crucial de la “izquierdización” del partido Nacionalista Vasco, lo de Dios y la Vieja Ley ha quedado en el olvido. Para Aburto, al igual que para la izquierda, el uniforme policial no vende y los que defienden, se convierten en los malos de la película, mientras que los que sufren la delincuencia, se inventan denuncias de robo en sus negocios. Pero cuando se habla del tema, cuando se pone encima de la mesa la problemática que cada vez engorda más la estadística, aquí no pasa nada, es más, se tacha de enredador a quien lo denuncia, mientras el resto de los lacayos se dedican a repartir gafas con cristales de colores para que todo parezca bonito, como si del mundo de Oz se tratara.

En esta sociedad es el espantapájaros quien saquea tu tienda, el hombre de hojalata el que le robó el móvil a tu hijo mientras estaba de fiesta la otra noche y el león aquel que te acosa, persigue e insulta por las calles sin motivo alguno. Todo esto mientras el “Gran Mago” mira hacia otro lado y deja que continue el espectáculo. Entonces es cuando llamas a la policía, pero la patrulla no llega porque no hay efectivos o porque los que están, andan cubriendo otros servicios tanto o más urgente que el tuyo y gritas esa mítica frase “¿dónde están cuando se les necesita?”. Pues como dijo en el pleno bilbaíno la Sra. Goirizelaia rememorando viejos tiempos: “mucha policía, poca diversión”. Señores y señoras, sigan paseando por el camino de baldosas amarillas mientras disfrutan de lo votado.

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