Pantomimas de oro

El fútbol es un deporte en el que cada uno tiene su opinión y su argumentario, sus estilos y sus preferencias, y eso es algo respetable, pero yo creo que cualquiera que viera la gala del Balón de Oro se echa las manos a la cabeza ante la pantomima que la revista France Football montó para dar salsa a una gala con premios cantados.

Más allá del Premio Sócrates a Mané por sus obras de caridad, un premio absolutamente subjetivo y que tiene poco que ver con el desarrollo de la temporada futbolística, el transcurso era el esperado. Lewandowski recibiendo el premio al máximo goleador de la temporada, Benzema con su balón de Oro más que merecido, Pedri con el trofeo Kopa y Courtois con el Yashin. Hasta ahí todo normal.

Ancelotti, el mejor técnico de la temporada, también fue testigo de lo que pasó más inadvertido. Alexia Putellas se convirtió en leyenda al ser la primera mujer en repetir como mejor jugadora del mundo. Es, sin duda, el reconocimiento a la jugadora que no solo ha llevado a España a la primera línea de Fútbol Femenino, sino que también premia su constancia y amor por el fútbol a pesar de las lesiones.

Sin embargo, la gran sorpresa fue el premio al mejor club. Cuesta entender cómo el club que ha ganado 4 títulos, entre ellos La Liga y la Champions, y que aporta 5 futbolistas a los 30 nominados, es el tercer mejor equipo del mundo. Aún cuesta más ver cómo, con el mismo número de jugadores nominados y menos títulos, City y Liverpool están por delante. Y más aún cuesta entenderlo cuando estos clubes fueron dos de los cuatro equipos que eliminó el Real Madrid en el camino a la gloria europea.

Si lo pensamos bien, se dan dos factores clave. El primero es el empeño de Florentino Pérez por la Superliga, que no atrae a los organismos clave del fútbol ni a sus terminales mediáticas. Y el segundo es la necesidad de titulares, de alicientes a una gala decidida con justicia a lo largo de la temporada. Ya lo dio su director al decir que el Real Madrid sabe organizar campañas para ganar el galardón. Sin duda alguna, hay envidia hacia la casa blanca.

Los blancos, contestaron goleando al Elche en el Martínez Valero, aprovechando su inercia positiva que les permitió ganar el clásico sin problema alguno. Al fin y al cabo, Piqué tenía razón cuando dijo: «Lo que tenemos que hacer es seguir ganando». Cualquiera diría que le escucharon.

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