La caridad y la pobreza

Ser pobre es una condición que surge a lo largo de la vida de una persona y que puede cambiar dependiendo de las cartas que te hayan repartido y según cómo las juegues. No sería la primera vez que con gran esfuerzo se sale de la pobreza y se crea un gran imperio económico, que se cuida y mantiene para dejárselo a la siguiente generación.

Evidentemente, en países subdesarrollados, la pobreza es lo “natural” y mal de muchos, consuelo de tontos y es lícito que si el futuro es nulo, se desplacen a países con una economía más saneada. Pero a mí me interesa analizar la pobreza en España, donde se supone que hemos alcanzado un grado de desarrollo notable. Analicemos previamente qué se considera ser pobre en España, concepto arbitrario que depende del gobierno de turno. Así nos encontramos que familias con un buen pasar mensual estadísticamente serían pobres, no tanto como aquellos que viven en la calle, pero todos casi en el mismo saco, lo que enfada a mucha gente cuando lo lee.

Por desgracia, España empieza a mostrar una curva ascendente de personas cuyos recursos económicos ya no les permiten llevar una vida tranquila, sin sobresaltos, que acabe en impagos y ruina total. Se supone que España es Europa y que como tal goza del privilegio de crear empleo sostenible y de calidad, salvo que pongas al frente del ministerio de trabajo a un personaje estrambótico y comunista que no ha trabajado nunca fuera de la política y que tiene menos luces que un cascabel.

El paro se dispara y los pobres aumentan considerablemente. Aquí es donde yo quería llegar. ¿Puede un país absorber la pobreza hasta dejarla a cero? Si, cuando quien gobierna hace políticas liberales en lo económico, con un libre mercado y tan solo regulando lo imprescindible. Por supuesto, hablaré de lo que conozco, las personas que ya no pueden llenar la nevera en Valencia.

Como trabajadora social y política, es mi obligación estar al tanto de lo que sucede en mi ciudad y las causas que lo han provocado. Os diré que los recursos de la Generalidad y del propio Ayuntamiento no se destinan a erradicar la pobreza , muy al contrario a incrementarla. En la capital del Turia y gracias a Ribò, los grandes proyectos que traerían riqueza, se escapan todos hacia Cataluña sin que el tripartito valenciano mueva un músculo. Esta sería una buena explicación, unida al nulo interés por atraer capital o espantar al que quiere invertir.

El otro factor sería destinar los recursos, a empresas poco recomendables, supongo que me entendéis y a subvenciones que nos acerquen a ése sueño nauseabundo de los países catalanes. Así las cosas, no se genera la posibilidad de crecer y por tanto la economía se estanca y el trabajador pierde poder adquisitivo, llegando incluso a no tener recursos suficientes para vivir dignamente.

La conclusión es que a la sociedad civil en su conjunto, le toca hacerse cargo de unos pobres que no son de su responsabilidad, pero que, sin embargo, asume como propios para no parecernos a Calcuta. Hoy en día, el aumento de personas sin hogar es ya inasumible y están totalmente desamparados, asociaciones y grupos de vecinos les reparten comida y mantas, pagado todo de su bolsillo, a la Luna de Valencia, es, literalmente, una realidad. Todo ello, no es más que pan para hoy y hambre para mañana, las paguitas que tan “generosamente” reparte el gobierno de turno, mantiene a parte de la sociedad por debajo del umbral de la pobreza sin posibilidad real de salir de ella, convirtiendo a esta gente en dependientes, cuyo voto asegura más pobreza en un círculo vicioso.

Si bien la caridad es la única solución de momento, no debemos olvidar que todos tenemos que mantenernos por nosotros mismos y que tan solo una sociedad construida con pilares sólidos de libertad individual, nos proporcionará el escenario adecuado para vivir dignamente. De nosotros depende alcanzar el tan ansiado bienestar social, para todos, no sólo para unos políticos privilegiados, que viven de espaldas a tan lacerante realidad social.