El amor en los tiempos de redes

Vivimos en un mundo artificial en el que el contacto humano se va reduciendo y prima un pequeño dispositivo desde donde podemos hacerlo todo; comprar, vender, viajar virtualmente, hablar con los amigos, familia, ver la televisión. Un panorama ideal que, sin embargo, nos aboca a la soledad y al aislamiento más cruel, privándonos de lo que nos hace seres especiales, el acariciar, besar, abrazar, ese contacto con aquellos que quieres y que te reconforta el alma. 

Amar en los tiempos de Redes nos ha obligado a replantearnos muchas cosas, las opciones se abren y no necesitas asistir a fiestas o tener una red inmensa de amigos que te presenten al futuro candidato o candidata, eso se acabó. Ahora abres una ventana y el mercado de la oferta y la demanda se te muestra en todo su esplendor. Si lo piensas bien es fascinante para los tímidos y acomplejados cuya capacidad de relacionarse está limitada, permitiendo que la otra persona se enamore primero de tus cualidades y no de tu físico. 

Evidentemente, si la cosa pasa a mayores, la futura pareja querrá conocer tu cara y ahí puede que surja un problema o no, depende de cómo te hayas vendido, hay que recordar que estamos en el gran mercado de la vida. Pero el amor es mucho más complejo, de hecho, hay tantas formas de amar como personas en el universo y encontrar a tu media parte que te complete no es tarea fácil. Sobre todo, cuando nos han vendido que el amor, el bueno, es para toda la vida y luego la realidad nos golpea de una forma inmisericorde. 

Cada uno de nosotros nos hemos construido en la cabeza unos parámetros que nos permiten ir con la antena enchufada, eligiendo a cada paso con quién queremos estar. Personalmente, creo que el roce, el tener delante al ser amado, poder mirarlo a los ojos, coger su mano, es maravilloso y eso no se puede hacer si uno está en España y el otro en China, por poner un ejemplo. No obstante, hay parejas que sugieren con su ejemplo la posibilidad de salir adelante con una relación virtual, no seré yo quien diga que no, cada uno se monta su película y elige a sus actores. Lo que pasa es que la experiencia es un grado y sé que esta forma de amar no suele acabar bien, convirtiéndose en una amistad a distancia y poco más, salvo que uno de los dos lo deje todo, como bien dice la canción. 

Las redes sociales nos han conectado a los seres humanos y está genial, es el progreso, pero jamás podrán sustituir al roce de una piel que te pone en pie de guerra todos los sentidos o a unos labios capaces de erizarte el bello de una forma sobrenatural. Y hasta aquí, mi monologo, me van a perdonar, pero tengo que contestar varios mensajes de Badoo y de Meetic. Amen, no se priven, virtual o no, es lo único que nos separa de la tristeza más absoluta. 

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