Un semestre para dejar huella

En el día de ayer se clausuró la VII Conferencia de Embajadores de España organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Una reunión de nuestros más altos representantes en eso que llamamos el exterior y que no es otra cosa que todo aquello que no es España, en términos matemáticos, el complementario a España. Dos días en los que han estado reflexionado y debatiendo sobre el papel que ha de tener nuestro país en un 2023 que se antoja ciertamente complicado y a la vez o precisamente por eso mismo, lleno de retos.

Que vaya a ser complicado nadie lo discute, tanto S.M el Rey como el ministro José Manuel Albares comenzaron sus discursos haciendo referencias a la guerra que, desde hace casi un año, azota Ucrania y que no da señal alguna de que vaya a tener un pronto final. Una guerra que ha demostrado, quizá por primera vez (o segunda después de la pandemia COVID), que la Unión Europea puede responder de manera unida, solidaria y lo que es más importante, de manera rápida, a un desafío que venga de fuera de sus fronteras.

Junto con la guerra y sus incertidumbres también aparecieron en los discursos los retos que afrontaremos en el 2023, concretamente en el segundo semestre cuando España asumirá por quinta vez la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Seis meses que se llevan preparando con cuidado desde hace más de un año y que son la oportunidad perfecta para que la Unión Europea tome conciencia del tremendo potencial que tiene como, en palabras de la secretaria de Estado, Ángeles Moreno Bau, actor global. Porque muchos de los temas que se pusieron en la palestra en esta conferencia de embajadores, pueden despegar y volar muy alto si tienen el apoyo de una Unión Europea que ha demostrado que puede liderar sin temor alguno desde procesos tecnológicos y legislativos que ayuden a frenar el cambio climático, hasta el reparto solidario de vacunas, pasando por el envío de ayuda humanitaria a Ucrania.

Particularizando en los retos que se pueden asumir, desde la Asociación Europeístas creemos que uno de estos puede ser mirar un poco más allá hacia el Atlántico y fijar la vista en nuestros hermanos americanos. España tiene en estos seis meses la oportunidad de dejar su impronta y de convertirse en un puente entre continentes, llámenlo hispanidad, iberismo, iberofonía o como mejor les apetezca, pero no dejemos pasar esta oportunidad.

Si antes he hecho referencia a que Europa ha de seguir por esa senda de confianza en sí misma, en que no sólo debe, sino que además puede liderar procesos internacionales y sentar cátedra en los más diferentes temas, igual España debe en su periodo de presidencia, confiar y no temer el fortalecer unos lazos, general alianzas e impulsar programas de desarrollo con quienes son, sin lugar a duda, nuestros aliados naturales.

Si España junto con Portugal lideró la excepción Ibérica que puso un tope al precio del gas y que tan buenos resultados ha dado, no ha de tener miedo a mirar hacia ese nuevo mundo que tanto nos necesita y tanto necesitamos. Usemos ahora la definición de la RAE para complementario: “que sirve para perfeccionar algo” y hagamos del exterior a Europa nuestro complementario, usemos esos seis meses para tender puentes, mejorar el mundo y dejar huella.

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