¿Saben qué tienen en común N. Copérnico y N. Tesla?, y ¿G. Marconi y G. Cori?. ¿O quizá sepan cuál es la relación entre H. Becquerel, H. R. Hertz y H. A. Kelly? Es obvio que todos comparten la primera letra de su nombre propio, además eran científicos y por mucho que a algunos les sorprenda eran cristianos. Aunque, algunas personas los tacharían de “pobres ignorantes, beatos reza Cristo”.
Antes de continuar con este fabuloso relato que trata de Fe y Ciencia, debo aclarar que no todos los cristianos son católicos. Lamento ser portadora de hechos tan creíbles y con ello desilusionar a ateos, agnósticos y demás. Nikola Tesla era cristiano ortodoxo, mientras que Henri Rudolf Hert procesaba el protestantismo y Howard Atwood Kelly pertenecía a la Iglesia Metodista. En cuanto a Nicolás Copérnico, Guillermo Marconi, Henri Becquerel y Gerty Cori, sí, estos eran católicos.
Los ataques al Cristianismo se han vuelto aburridamente recurrentes. No sólo por parte de los globalistas. Hay un heterogéneo grupo de pseudointelectuales que niegan la existencia de Dios sobre todas las cosas. Pero negar la vida y las aportaciones de seres humanos reales como Guillermo de Ockham (1287- 1347), F. Grimaldi (1618- 1663), que descubrió la difracción, o Athanasius Kircher (S. XVI) el “Leonardo da Vinci jesuita”, es excesivo. Para que se hagan una idea, sería tan desmedido como que un cristiano negase el Derecho, sólo porque aquellos que crucificaron a Jesucristo creían en 200 deidades.
También podrían haber sepultado al olvido a filósofos como Aristóteles o Platón por no pertenecer a su mismo culto. Sin embargo, aprovecharon las enseñanzas de estos dos grandes pensadores de la Antigüedad, así como la de otros. Recopilaron y transcribieron sus obras y las compartieron con el mundo. Hoy en día sabemos quiénes fueron Sócrates, Tales de Mileto o Eratóstenes, gracias al inmenso trabajo realizado por transcriptores cristianos.
Hace unos meses, leí un comentario en Twitter que me llamó la atención. La persona dueña de dicha ocurrencia se llamaba así misma científica y se presentaba como una “hematóloga” seria y objetiva. Esta “eminencia” dejaba claro que “no se puede mezclar ciencia y religión”. Imagino que no tuvo en cuenta las aportaciones a la hematología, la inmunología y la bacteriología del Premio Noble Karl Landsteiner (1868-1943). Gracias a este patólogo y biólogo austriaco, que profesaba la religión católica, se pueden realizar transfusiones de sangre, las cuales han salvado millones de vidas. Me resulta extraño que haya investigadores que no sepan quiénes fueron Nicolás de Oresmes (S. XIV), Nicolás Kircher (1638- 1686) o Gregor Mendel (1822- 1884), por ejemplo.
Ser naturalista y no conocer al misionero J. A Soluié (recolectó más de 7000 especies de plantas en el S. XIX), es como ser evangélico y no saber qué es “el proceso de evangelización”. Ejercer de ginecólogo y no haber estudiado el trabajo del sacerdote católico Jean- Baptiste Carnoy (consolidó la ciencia de la citología), es cómo ser ateo y creer en la vida después de la muerte.
Los trabajos de Lazzaro Spallanzani, también sacerdote católico, inspiraron a Louis Pasteur (católico). Spallanzani “realizó la primera fecundación artificial, confirmó que los organismos unicelulares eran seres vivos, además de refutar la generación espontánea”. La lista de creyentes cristianos que han contribuido al avance de la ciencia es muy larga. En cualquier campo de investigación en el que se ahonde puede encontrarse al menos uno de ellos. Eso por no hablar de las Humanidades. Albert Einstein, Erwin Schrödinger, Joseph John Thomson, Max Planck, etc, son la prueba irrefutable de que no se puede separar la ciencia de la religión cristiana.
El Cristianismo ha sido el mayor defensor del conocimiento. No sólo lo atesoró sino que también lo difundió. Prueba de esto es la creación de la primera universidad del Mundo (S. IX, Ohrid [Macedonia]), respaldada por el obispo Clemente de Ocrida. Por lo tanto, descreídos, párense un segundo. Piensen y hagan gala de ese pragmatismo del que tanto presumen antes de atacar a los creyentes cristianos. Más que nada porque hacen el ridículo.
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