Y tú, ¿Qué España quieres?

En mi artículo de bienvenida quiero comenzar con dos preguntas. La primera viene acompañada del título y la segunda es ¿Qué España estamos construyendo? Ambas son dos preguntas que, a priori, tendrían fácil respuesta la cual sería ni más ni menos que un país próspero y con futuro. Básicamente, ese sería el deseo de cualquier español de bien que ame y respete su patria por encima de cualquier ideología política.

Pero, la realidad, por desgracia es muy distinta. Mucho más después de la irrupción de algún que otro grupo político enrolado en la extrema izquierda que se desenvuelve en una ideología populista y revolucionaria. Una formación que señala a todo aquel que no comulgue con ellos, incluso que acaban viendo como enemigo a sus contrarios por no apoyar sus dogmas. Uno de los modus operandi más macabros: desenterrar viejos fantasmas ya olvidados; hacernos creer que unos son buenos y otros malos o víctimas y verdugos. Dicho de otra forma, no comprarles el discurso acaba siendo sinónimo de señalarte como fascista. Lo sorprendente, que un mensaje tan simple haya calado en una parte de la sociedad.

Y, por fin, llegó la hora H del día D. Tocaron poder mediante una vicepresidencia y 5 ministerios si mi memoria no me falla. Ahora es cuando viene la contradicción en ellos, si un partido cuyo ADN se basa en la pandereta y la pancarta que se siente cómodo protestando por todo y contra todos, ahora resulta que le toca gobernar, se reparten los sillones… es ahí cuando podemos ver cómo enseñan la patita o, más bien, la pezuña con garras. El mayor exponente lo encontramos en la ministra de Igualdad, una señora promocionada por el macho alfa del grupo y que cualquier crítica hacia su trabajo la acabarán tildando de machismo… lo que yo llamaría directamente pura incompetencia de quien no tiene bagaje como para pertenecer a un Ministerio.

El mejor ejemplo que nos puede hacer ver que es el sumun de la ineptitud lo encontramos en la famosa Ley del “Solo sí es sí”, una ley que, por cierto, gracias a las lagunas legislativas ya ha provocado que más de 500 depredadores sexuales vean rebajadas sus condenas. Alguno ya incluso está en la calle. Estas cosas suceden cuando se le da galones de ministra a alguien que, únicamente ha sostenido pancartas o que se dedicaba a gritar consignas pegadizas. Lo llaman Ministerio de Igualdad, pero luego resulta que solo protegen a las mujeres de su ideología. Sin embargo, cuando eres una mujer de derechas y te agreden con una pedrada, parece que importa menos. Eso sí, si eres de izquierdas, todo vale. Véanse los casos de los chiringuitos feministas como el de Infancia Libre, defendiéndolo todo y a toda costa, aunque acabasen siendo sus principales líderes condenadas. ¿Hacemos memoria?

Las dimisiones, por falta de incompetencia, ni están ni se las espera. Dicen que el Ministerio culpa a los “señores con toga” porque los consideran machistas, olvidándose además que en la judicatura ahora hay incluso más mujeres que hombres. Pero claro, también serán machistas porque no legislan de manera incompetente. Tampoco podemos olvidar su nauseabundo lenguaje inclusivo “compañeros, compañeras y compañeres” de escaño en el Congreso de los Diputados, Diputadas y Diputades. Para ser exactos, me refiero a aquel individuo que cuenta con otro ministerio, el de Trabajo y que, dependiendo de tu sexo, estás sentenciado. Obviamente, el sentenciado, el hombre y no la persona.

Y esa es la realidad de un país cuyos ciudadanos, en teoría, deben estar por encima de sus gobernantes, pero que no es así. En definitiva, somos un país en el que la gente buena es la que predomina, la que quiere trabajar y no vivir de pagas, también aquellos que quieren que les regalen una caña para aprender a pescar y no que les pongan este producto directamente en bandeja. Esa es la España que yo defiendo pese a todas las dificultades y adversidades que tenemos, pienso que España es un gran país y, por ese motivo, quiero que las próximas generaciones así lo sientan y lo vivan.

Mónica Martín