El crepúsculo de los dioses de la nueva política

Permítanme que utilice como título el de la obra cinematográfica del maestro Billy Wilder, pero es que soy un cinéfilo empedernido y no aguanto un comentario sin una comparativa con el cine, pues como se dice, muchas veces el arte inspira a la realidad y, este caso, no es excepción. 

La conocida como “nueva política” ha sido un fenómeno que cambió (¿para siempre?) la política nacional. En un contexto de grandes escándalos de corrupción, no solo de la élite política, sino también de la Corona, surgen dos opciones interesantes en el panorama electoral: Podemos, capitaneado por Pablo Iglesias, y Ciudadanos, capitaneado por Albert Rivera. ¿Recuerdan 2015? Aquel tiempo en el que parecía que estos dos partidos iban a sustituir a los tradicionales PSOE y PP, respectivamente. 

Rivera e Iglesias llegaron a ser los políticos de moda: cada vez que había un mitin, ellos llenaban masivamente los actos, ya fuera en un estadio, en un teatro o en una plaza. Tanto Podemos como Ciudadanos eran partidos que en su momento se veían como poco convencionales, eran disruptivos, planteaban reformas de gran calado. Aún no se me va a olvidar aquel primer cara a cara entre Rivera e Iglesias con Jordi Évole, que al ver que en muchas reformas coincidían llegó a bromear diciendo que “por qué no os presentáis juntos”. 

Hay que añadir además que los partidos tradicionales estaban absolutamente aterrorizados, puesto que las encuestas les dieron a cada uno su momento de gloria (Podemos en 2015 y Ciudadanos en 2018). Parecía imparable, gracias en gran medida a una comunicación que envidiaban en la intimidad Sánchez y Rajoy. Puro glamour, que más que políticos parecían… estrellas de Hollywood. Pero como toda historia de rápido ascenso y éxito, también existe una decadencia. ¿Qué ha sido de aquellas “rockstars”? Pues igual que la trágica protagonista de la obra de Wilder, la actriz de cine mudo Norma Desmond, lo que antes derrochaba glamour, ahora lo que quedan son imágenes de otros tiempos.

Pero Norma Desmond no se resigna y pide al otro personaje principal, Joe Gillis, un guionista de segunda, que escriba la gran película que va a protagonizar, su gran “renacer” (¿les suena este eslogan?). El largometraje de Wilder se torna cada vez más siniestro hasta un punto en el que el Sr. Gillis siente una mezcla entre lástima y terror por la obsesión y locura de la Sra. Desmond: por ejemplo, las cartas de sus supuestos admiradores eran escritas por su mayordomo, entre otras situaciones esperpénticas. No voy a revelar más del argumento porque por supuesto quiero que la disfruten ustedes en sus casas, pero desde luego hay un sinfín de momentos interesantes y que invitan a la reflexión. 

Quizás ya sea hora de pasar página y entender que algunos solo estaban hechos para el cine mudo. Probablemente, su público ya no va a verlos y los que les aplauden puede que sean sus más fieles mayordomos o, en defecto, los militantes que les quedan. No se engañen a sí mismos como la Sra. Desmond, acepten el paso del tiempo, que ya llegarán nuevos actores más atractivos para el público. De otra forma, el final sería tragicómico, como un buen guion de Billy Wilder.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*