Sincretismo

Recuerdo que cuando este vocablo apareció en mi vida, venía inmerso en algo que a mí me producía tedio y que ciertamente no entendía la necesidad, la obligación pedagógica de profundizar en algo que, para mí, con inclinación a las ciencias, ocupaba parte de mi tiempo de estudio. ¡Cuánto me habré alegrado al cabo de los muchos años! Cuanto agradezco a aquel bachiller de tan amplio espectro pedagógico.

Las letras y las ciencias forman un todo y deben constituir una base, un sustrato, para comprender la evolución y lo que debe permanecer inamovible. La filosofía, ahora no parece imprescindible para abordar el comportamiento humano, no ya de las personas, sino el de la propia evolución y la considero clave para entender lo que ocurre en este momento de mi vida.

El sincretismo, por definición, hace referencia a la forma de conciliar, conjuntar y armonizar diferentes corrientes de pensamiento, de ideas opuestas; incluso entre la filosofía clásica y los dogmas del cristianismo que tienen que ver con la escolástica medieval. A ver si nuestros dirigentes políticos se hubieran dado un paseo por los predios aristotélicos, por los consejos de Séneca, otro gallo nos cantaría. ¿Qué tiene que ver esto con la inflación, con las vías ferroviarias y con la mala distribución del agua? Pues mucho, ya que, para abordar estos temas con equidad, hay que remontarse a la ética y a la lógica de los clásicos y, si queréis, ya metidos en lo moral, los escolásticos.

Pero, amigos, nos encontramos en un momento de deconstrucción, no hablo de los huevos fritos con patatas, sino del individuo y, por ende, de la sociedad. Son causantes las personas en las que predomina un deseo de destruir lo que durante siglos fue saludable a la mejora de la convivencia, a las que hay que añadir el atrevimiento de la ignorancia más supina, caciquil y antidemocrática, que yo recuerde, haya leído o experimentado en mí ya longa vida.

Las excentricidades, la desvalorización del esfuerzo a favor de una picaresca a veces delictiva, nos pasan por delante de nuestras atónitas mentes incapaces de digerir y de asimilar semejantes disparates. Además, sin tregua; así se nos amontona la tarea, las ruedas de nuestros engranajes tan parcheados. Parecen haber optado por “aquí me las den todas”.

Dicho todo en términos generales, claro. Hay aún muchas personas con arrestos, con cultura, con sentido común y bonhomía en este país para frenar esta locura y retornar a la senda del sincretismo, del dialogo entendido como un acercamiento de posturas, sin perder de vista los intereses generales, con argumentos sólidos y fiables y sin olvidar que la política se puede tratar sin crispación, salvo cuando quien lidera: ni escucha, ni lo desea y además le trae al fresco todo… menos el Falcon, claro.

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