Cultura

Izquierda antisemita

Jorge Semprún, que había pertenecido al PCE, había sido arrestado por la Gestapo en 1943 y enviado a Buchenwald, y fue ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González entre 1988 y 1991, escribió en 1981 el prefacio de una obra de Poliakov, La Europa suicida. Dice Jorge Semprún en ese prefacio que el antisemitismo no es una mera aberración intelectual abyecta, sino el síntoma esencial del Mal absoluto y que debe ser extirpado sin miramientos, sea cual sea el ropaje con que se disfrace. Que Auschwitz es un hito en la historia universal. ¿Cómo existir después de ese hecho terrible? se pregunta con Adorno.

En contra de quienes niegan el Holocausto -entre ellos el régimen de Irán, tan caro a una parte de nuestra izquierda en el gobierno- aduce que, en efecto, nadie podrá contarnos los terrores de la muerte en una cámara de gas, porque quienes pasaron por ellos soy hoy humo y ceniza en las llanuras de Polonia. Pese a lo cual, negar ese hecho, como sucedía en los años posteriores a la Guerra y como sigue sucediendo todavía hoy en algunas charcas putrefactas, es un claro indicio de lo que ha de venir, de lo que ya ha venido, otra explosión de antisemitismo, que no se justifica ya por patrañas como Los protocolos de los sabios de Sión, sino que trata de ocultarse tras el velo supuestamente izquierdista del antisionismo, como derecho del pueblo palestino a un Estado. Así lo proclaman algunos miembros del gobierno de España, con su presidente a la cabeza. Será una nueva forma de disfraz, el ropaje de la izquierda, advirtió Semprún, que no pudo adivinar que un gobierno que sucedería a aquel del que él fue ministro, recorrería este camino.

Dice más Jorge Semprún en ese prefacio. Dice que el problema radical que a todos nos plantea el ser judío es el del Otro, que el judío es el Otro por definición. El judío siempre ha sido Otro, incluso cuando se ha fundido y asimilado en una nación, incluso cuando ha sufrido y luchado por ella. El judío siempre ha sido y será Otro. Esta es la enfermedad de Occidente. Lo cual hace del antisemitismo la negación más pura del humanismo. Pero la sedicente izquierda, que no lo percibe o no quiere percibirlo, profesa esa nueva patraña del antisionismo, promueve el antisemitismo y hasta se permite llamar genocida el judío. Parece que está claro lo que diría Semprún de ellos. Ya lo advirtió hace 40 años.

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  • Soy de derechas y opino que quince mil muertos a cambio de mil quinientos no es ojo por ojo, es matanza

    • Me concederás, creo, que una cosa es lo que haga bien o mal el gobierno de Israel, que puede y debe criticarse, y otra el antisemitismo al que yo he querido referirme en mi modesto artículo.

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