
España se ha convertido en uno de los países más polarizados del mundo, y la pérdida de confianza en la política es una preocupación creciente. La tecnología nos ha brindado infinitas posibilidades de decisión, pero también ha exacerbado nuestras divisiones. Sin la confianza de la gente, la democracia, nuestro pilar fundamental, se tambalea.
El papel de los medios de comunicación y las redes sociales en esta polarización es innegable. Las noticias sensacionalistas y los algoritmos crean burbujas que refuerzan nuestras creencias y nos aíslan de otras perspectivas. Esto no solo aumenta la polarización, sino que también dificulta el diálogo y el entendimiento entre nosotros. Porque, claro, ¿quién necesita amigos con opiniones distintas cuando tienes un algoritmo que solo te muestra lo que ya piensas?
La desafección política, especialmente entre los jóvenes, es alarmante. Aunque crisis como la recesión económica y el movimiento 15M despertaron un interés renovado en la política, este no siempre se traduce en una mayor confianza en el sistema. La aparición de nuevos partidos políticos reflejaba la necesidad de alternativas a las opciones tradicionales, pero también un descontento profundo con el estado actual de la política.
Vivimos en un tira y afloja constante entre el antiguo sistema bipartidista y las nuevas formaciones políticas. Aunque parece haber una tendencia a regresar al bipartidismo, muchos votantes sienten que las opciones tradicionales ya no son suficientes. Este fenómeno refleja cambios sociales más amplios que están ocurriendo en toda Europa y nos lleva a cuestionar el futuro de nuestra democracia.
La diversidad en nuestro parlamento debería conducir a una mejor representación de los ciudadanos. Sin embargo, existe un debate sobre si nuestros representantes están suficientemente preparados o si les falta experiencia debido a su juventud. Este debate refleja nuestras percepciones públicas de las figuras políticas y la necesidad de una representación más efectiva y conectada con la realidad de los ciudadanos
La democracia ha evolucionado significativamente, y la tecnología ha jugado un papel crucial en esta transformación. Las redes sociales han cambiado la forma en que interactuamos con nuestros líderes, creando bucles de retroalimentación inmediata que presentan nuevos desafíos para los políticos. Sin embargo, esta misma tecnología puede ofrecer oportunidades para una mayor interacción y compromiso. Porque ahora, no solo podemos quejarnos del gobierno desde el sofá, ¡podemos hacerlo en tiempo real y con GIFs!
El trabajo de un diputado es complejo. Las sesiones plenarias, el trabajo en comités y la conexión con los constituyentes son esenciales. A diferencia de otros sistemas, los diputados españoles dependen en gran medida de la comunicación digital para interactuar con los ciudadanos, lo que plantea desafíos en términos de accesibilidad y transparencia. Aunque, admitámoslo, recibir quejas por email probablemente es preferible a enfrentarse cara a cara con un votante enfadado en el supermercado.
Las relaciones informales entre los políticos de diferentes partidos son una parte fundamental de nuestra democracia. A pesar de las diferencias políticas, existe una atmósfera cordial en los entornos sociales, lo que permite la construcción de alianzas y el logro de acuerdos. La confrontación pública en los debates parlamentarios contrasta con las amistades privadas, reflejando la capacidad de nuestros representantes para defender sus posiciones mientras respetan los puntos de vista de los demás.
La polarización actual va más allá de la mera coexistencia de opiniones divergentes; se ha convertido en una postura moral que considera los puntos de vista opuestos como ilegítimos e inmorales. Este fenómeno se ha exacerbado por eventos como la crisis de Cataluña, que ha llevado a rupturas familiares y amistades. Es fundamental que los políticos promuevan un diálogo respetuoso y constructivo, evitando la demonización de sus oponentes. Porque, al fin y al cabo, todos compartimos este país, y a nadie le conviene que se convierta en un campo de batalla.
Para restaurar la confianza en nuestras instituciones, es esencial que los partidos políticos y sus representantes trabajen para recuperar la fe pública en su legitimidad. Las instituciones democráticas dependen de la creencia en su integridad y justicia. Si esta confianza se erosiona, también lo hace el sistema democrático en su conjunto.
A pesar de los desafíos actuales, es importante mantener una perspectiva optimista sobre el progreso de nuestra sociedad. Reconocer los logros alcanzados y valorar los aspectos positivos de nuestra democracia nos permitirá enfrentar los problemas con una actitud constructiva. No podemos olvidar que, aunque la polarización y la desafección política son problemas serios, no son insuperables. Con un esfuerzo colectivo, podemos trabajar hacia una España más unida y democrática. Porque, al final, nuestra mayor fortaleza radica en nuestra capacidad para superar diferencias y construir un futuro mejor juntos.

Autora de Siente y vive libre, Toda la verdad y Vive con propósito, Técnico de organización en Elecnor Servicios y Proyectos, S.A.U. Fundadora y Directora de BioNeuroSalud, Especialista en Bioneuroemoción en el Enric Corbera Institute, Hipnosis clínica Reparadora Método Scharowsky, Psicosomática-Clínica con el Dr. Salomón Sellam
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