De la teoría del fango

La diferencia entre los indicios y las pruebas son el reflejo entre la imaginable y lo tangible, lo irrefutable. Para los sanchistas, probado está que su mejor técnica de defensa es el ataque. Por eso mismo, cuando Pedro Sánchez se vio obligado a comparecer ayer ante los medios no pudo evitar lanzar las correspondientes puyas al PP entre esa cara maquillada de tristeza y decepción que fácilmente supieron sustituirle para que luciera reluciente minutos después en el acto de conmemoración de la entrada de España en la Unión Europea ante un más que nunca incómodo Felipe VI.

Pero no, hay una serie de grandes dudas que ayer quedaron despejadas. Una de ellas es que la máquina del fango se alojaba en la misma cúpula del PSOE y en, al menos demostrado hasta ahora, en parte del mismísimo Gobierno que él presidía, y no en los medios de comunicación que alertaban de la certeza de los indicios y de lo alarmante de su significado. Otra que, una vez más, el fuego cuando se ponen las manos en él por alguien desde la cúpula de los partidos o instituciones, nunca se van a quemar, ya que estos puestos ofrecen la magia de los faquires, que no tienen ni que pedir perdón ni disculpas… a no ser que de ello dependa la estrategia para ganar tiempo y reconducir ese relato que tanto les importa, como hizo ayer Sánchez, o llorar a lágrima viva si es necesario como hizo la presidenta navarra. Y si no, que le pregunten al Fiscal General del Estado por aquello del relato.

Otra duda despejada es que, cueste lo que cueste, hay que defender al amigo de filas o cómplice de filas, que ya lo iremos viendo, hasta el momento en el que las pruebas sean irrefutables. En ese momento, pasamos del fuego de los faquires al olvido de las sirenas. Si te he visto no me acuerdo, sálvese quien pueda.

Me pregunto, de forma muy retórica, si, a estas alturas, Sánchez no fuese Presidente del Gobierno habría sido ya llamado a declarar por los indicios que existen sobre su vinculación con la trama; o si en cualquier otra organización no le habrían pedido explicaciones y muy serias sobre el tema del amaño de unas elecciones. Puede que esa posibilidad esté rondando y Pedro Sánchez se encuentre ya inmerso en la preparación de la respuesta y en las posibilidades de evitarlo o conseguir, como la última vez con el caso de su mujer Begoña, que se haga de la forma más discreta posible en La Moncloa, ese escenario de idas y vueltas de personas vinculadas a las tramas destapadas definitivamente ayer, y a otros casos como el mencionado anteriormente.

Pero el día de ayer dio para mucho pero que mucho más que eso. Dio para evidenciar, una vez más, que el CIS es un instrumento usado con dinero público para beneficiar la imagen del PSOE y del Gobierno, o que Feijóo es un auténtico inútil en el terreno de la comunicación gestual política. ¿Es que este hombre no tiene sangre en el cuerpo? Si hay algo que la ciudadanía discrepante con el Gobierno en estos momentos necesita es que quién dice representarles y ser la alternativa muestre, al menos, el enfado correspondiente ante la situación generada, que se emocione, que haga sentir, más allá de las palabras formales y los textos preparados, que hay un alma que siente más allá de la máquina política humana. Siento que a sus adeptos les pueda caer como un rayo, pero ponga un ojo en la presidenta de la Comunidad de Madrid. Uno de sus máximos hitos radica en que es sumamente expresiva y que demuestra la ira, el disgusto y la firmeza. Podemos estar más o menos de acuerdo con ella, pero transmitirlo, lo transmite. Y eso cala y mucho en la sociedad. Porque quién demuestra lo que siente da confianza y credibilidad a lo que dice. Feijóo, sin embargo, es el típico candidato a la espera de la caída del otro para ocupar su puesto. En fin.

En referencia a los indicios, más allá de la aparente vinculación de Sánchez con los hechos probados y su conocimiento de los mismos, queda saber si hay otros miembros del Gobierno o del PSOE implicados. A Armengol se la ve más agobiada de la cuenta… al igual que a la ministra de Hacienda. Y, especialmente, si hubo financiación irregular del PSOE. Y es que no hablamos de cualquier cantidad. Si hasta ahora el mayor caso de corrupción medido por las cantidades defraudadas se lo llevaba el caso de los EREs en Andalucía, las cantidades mencionadas por la UCO en su informe, de confirmase, superarían con creces estas cantidades. Esto, cuando viene del partido que más presión fiscal ha provocado en España en nuestra democracia, es una auténtica barbaridad.

Hay otros indicios que nos conducen al comportamiento político del Gobierno, especialmente en sus críticas a la judicatura cuando les señala, ya que quedó demostrado con la Gürtel que cuando ataca al contrario son de fiar y están dirigidas por la diosa griega Temis. ¿Qué está pasando con la nueva Ley que pretende aprobar el ministro Bolaños de reforma del acceso a la carrera judicial, por la que accederían al ejercicio profesional personas que no han aprobado ninguna oposición ni tienen méritos para ello? ¿Por qué esas prisas en aprobarla y con qué intenciones? Un nuevo indicio de control de las instituciones y de mimar y destruir la separación de poderes amenaza a nuestro país. El PP ya lo ha puesto en conocimiento de la Unión Europea la que, por cierto, quiero pensar que no sale de su asombro al comprobar las cosas que están ocurriendo y la permanencia del Gobierno, que no dimite ni asume ningún tipo de responsabilidad política.

Otra cosa que quedó rematadamente clara en el día de ayer es que la derecha más extrema en este país no es sino un obstáculo que deja sin alternativas a este Gobierno. ¿Cómo podemos permitir que una concentración contra un Gobierno y el partido que lo representa tras saltar a la palestra esta serie de escándalos se convierta en el escenario en el que un nutrido grupo de jóvenes se dedican a cantar el Cara al Sol franquista? Inasumible. Eso es hacerle el juego al Gobierno en sus horas de más debilidad.

Y es que, si aún no es suficiente, deben de faltar pruebas, que no indicios, que demuestren la vinculación directa de Sánchez con alguna de las tramas que le rodean para que éste no pueda evitar la dimisión y la convocatoria de elecciones. Pero, como siempre digo, el Presidente es el mayor estratega que se ha visto en política en siglos. Todo lo controla, algo que hace menos creíble que no conociera todo lo que sucedía, especialmente viniendo de personas tan cercanas.

Todo puede ocurrir. Aún hay mucho material por desencriptar y muchos documentos por ver la luz. Recordemos que, recientemente, se han producido intervenciones en la casa de Ábalos en Valencia, así como en otros despachos. Las próximas semanas serán determinantes. Mientras tanto, os recuerdo, la táctica de los sanchistas es defenderse atacando. ¿Preparados?

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