Hoy quiero hablar sobre la moral distraída de la sociedad en la que vivimos. El pasado 31 de octubre, en la noche de Halloween, hubo un incidente en la localidad americana de Athens: a un hombre le fue prohibida la entrada a un local, de mala manera, con insultos y empujones a los que se unieron varias personas, en gran parte mujeres.
El chico iba disfrazado, pero, por lo visto, el atuendo resultaba insultante para los estudiantes ahí reunidos pues, según declaraciones de una de las asaltantes, que sufrió un golpe en el rostro por el asaltado, era una inaceptable muestra de odio y de pensamientos radicales. Vestía un uniforme de la Schutzstaffel -abreviado y más conocido como SS-, incluido un brazalete con la reconocida esvástica, el cual trataron de arrancarle, siguiendo las declaraciones de la chica golpeada, por ser “un símbolo de odio”.
Grupos judíos y de derechos civiles han condenado el atrevimiento del muchacho por llevar lo que se considera símbolos de odio. No verán a mucha gente criticar que la mayoría de féminas se vistan esa noche, también, como si fueran a participar en algún casting para protagonizar una película porno, ni tampoco se alza la voz, mayoritariamente, si alguien llega a disfrazarse de Jesucristo o la Virgen.
Qué duda cabe que, si el chico en cuestión, hubiera escogido disfrazarse de Fidel Castro o Mao, no habría recibido ataque alguno. Pero decidió vestir un impecable atuendo de Hugo Boss que forma parte de la historia de la humanidad; guste o no, es historia, y en un mundo polarizado, con cada vez menos cultura y más comportamiento de rebaño, algunas cosas son imperdonables.
Hipócritas. El régimen más sanguinario de la historia ha sido, y es, el comunista. Mao Tse-Tung, en China, cuenta en su haber con 78 millones de muertos, mientras que Stalin, en la Unión Soviética, le sigue con 23 millones, contabilizando entre ambos 101 millones de muertos, mientras que durante el régimen NacionalSocialista hubo 17 millones de muertes, contando también las bajas en la guerra; pero de los dos primeros no se habla ni se hacen películas a gran escala.
Ser comunista hoy día no se ve como una mancha; ondear una bandera con la hoz y el martillo es algo aceptado mundialmente. Incluso llevar simbología de líderes comunistas más recientes, como El Che o Fidel Castro, no está mal visto, ni por esos incautos y unineuronales homosexuales que llevan orgullosos la cara de El Che en camisetas o elogian el régimen de Castro, ignorando la persecución a la que fueron sometidos sus semejantes -recomiendo el visionado del documental ‘Conducta Impropia’, que trata sobre la represión que ejerció el régimen comunista cubano contra el colectivo homosexual-.
Contar la historia no es delito de odio, mucho menos, mientras se permitan abanderados, símbolos, discursos, imaginería, himnos -como la Internacional- y demás, de sanguinarias ideologías, como la comunista, no veo por qué alguien debe ocultar su afinidad con el NacionalSocialismo, el franquismo, el régimen de Pinochet o cualquier ideología hoy día mal vista, ni qué decir de poder llevar un atuendo de dichas épocas, como hizo el hombre mencionado anteriormente el pasado Halloween.
Sí, tachen mi artículo de lo que quieran. Olviden que en España miembros de la banda terrorista ETA entraron en política, ocupando puestos en cargos oficiales. Olviden que cada preso de ETA, al salir de la cárcel -de la que no tendrían que haber salido jamás-, ha sido recibido en sus localidades con honores, sin que dichos actos fueran prohibidos por ninguna autoridad pertinente. Olviden los tuits de cargos de Podemos presumiendo que “sus recortes serán con guillotina”. Olviden que Muḥammad al-Jawlānī, actual presidente de Siria, ha sido líder de reconocidos grupos terroristas y, ahora, es recibido con honores por todos esos “demócratas” e inquisidores contra eso llamado “delito de odio”.
Olviden, también, que hablar contra el cristianismo, ridiculizar a figuras sagradas católicas y silenciar las persecuciones y brutales crímenes cometidos contra los cristianos -en el pasado y actualmente- no tiene nombre. No hay una palabra similar a “antisemita” cuando se trata de cristianos; tampoco se tacha de “fobia” ir contra el cristianismo, como sí ocurre con la “islamofobia” cuando se da una opinión contra el Islam. Olviden.
El delito de odio es de moral distraída en un mundo donde se prioriza el no pensar por uno mismo, el no consumir tendencias, ideologías o formas marcadas por los guionistas de las normas sociales. Creo que, todo sumado, podemos decir que nada más peligroso que esos nichos blanqueados de los que ya se hablaba en la Biblia y los tibios que se suman sin juicio lógico propio, sin querer ver más allá de lo que ya les dan bien masticado y digerido.
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Bravo. No se puede decir más claro. Un beso