Gobierno Negrín ¿Dónde está Nin? preguntaban por las calles de Barcelona o Madrid, y los miembros del Partido Comunista de España (PCE) y del recién formado Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) contestaban desbordando de ironía el barreño del sarcasmo, “en Salamanca o en Berlín”. Pocos marxistas teóricos españoles habían vivido tan de cerca el terror de las purgas en Moscú, ni conocían las depuraciones de Stalin. Hasta la llegada de la ayuda militar de la URSS, una factura, por cierto demasiado bien pagada con los fondos de oro del Banco de España, la inmensa mayoría de los milicianos vivían en un idealismo romántico pueril del que irán despertando a base de represión en la retaguardia, pronto con la llegada de los camaradas rusos conocerán las “Checas”.
Andreu Nin, seguidor de Trotsky, este caído en desgracia tras la pugna con Stalin por el control del politburó. Nin obnubilado admirador de la revolución rusa, llegó Moscú en 1924, rápidamente fue ayudante de Nikolai Bujarin, y poco después pasó a ser secretario de Leon Trotsky, e incluso fue concejal del ayuntamiento moscovita, y él sí sabía de las detenciones arbitrarias, y del inmenso, y variado catálogo de torturas que utilizaban los agentes del NKVD, agencia precursora del KGB, de los suplicios psicológicos y físicos, un abanico de martirios, que podían ir de modernos y sofisticados métodos como habitaciones pensadas para no poder dormir en ningún momento, hasta sangrientos y anacrónicos métodos como el desollamiento humano hasta la muerte, y por descontado que todo el que pasaba por Lubianka sede de la NKVD no salía vivo.
A golpe de realidad, decepcionado y temeroso por la reconversión de la dictadura del proletariado en simplemente dictadura Estalinista, Andreu Nin decide regresar a España en 1930, y dedicarse a las traducciones de obras en ruso al español y el catalán, sin abandonar su activismo político. Aunque huyendo de los postulados stalinistas, se encuentra cómodo en la España republicana. Funda el POUM, (Partido Unificado de Unidad Marxista) tras desoír a Trotsky, y no fundirse en el PSOE, hecho que va alejando a los dos políticos. Y aunque todo conflicto tiene un detonante, bien sabido es, que hay antes un caldo de cultivo que propicia la colisión, y no iba a ser diferente en este caso, la caída del POUM, de sus dirigentes en general y de Andreu Nin en particular tiene los siguientes condimentos: La posición revolucionaria desde el comienzo de la Guerra Civil, las campañas desde el órgano «La batalla» denunciando las purgas soviéticas en la URSS, junto con los intereses ocultos tras la supuesta ayuda de Stalin a España.
Los agentes soviéticos comandados por Alexander Orlov siempre en connivencia con el PCE y PSUC solo tenían que esperar el momento adecuado, y este llegó en mayo de 1937, con el enfrentamiento abierto en Barcelona entre la CNT y el PSUC, durante el fuego cruzado los estalinistas pusieron fin al molesto POUM, y el 16 de Junio de 1937, fue detenido Nin en las Ramblas de Barcelona. Hay que decir que la NKVD y Orlov magníficos maestros de la manipulación propagandísticas, ya habían hilado una perfecta pero ficticia argumentación para presentar al detenido, (para la gran mayoría desaparecido) y su partido de traidores, de espías del bando contrario, de agentes quintacolumnistas, y hasta una supuesta carta de Nin a Franco se sacaron del sombrero, en este caso de la «Ushanka.
El dirigente del POUM acabó con sus huesos en una celda de la prisión de Alcalá de Henares. donde ni siquiera se le filio al entrar. oficialmente nadie sabía que estaba allí, nadie excepto Stalin, que recibió un telegrama de Orlov con todos los detalles del desenlace de la operación Nikolai. Entre dos y tres días se cree que aguantó Andreu Nin las inhumanas torturas antes de morir despellejado vivo.
Poco después Alexander Orlov se marchó a EE.UU huyendo de las purgas, y salvando su pellejo gracias a la copia que guardaba del telegrama que había enviado al «hombre de acero» al Kremlin, y a la amenaza de hacerlo público. Como sabemos, menos suerte corrió Trotski que ni con un océano por medio impide que un agente le clavara un piolet en el cráneo.
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