Los ofendidos

Nunca hubiera pensado dedicarme a escribir un artículo sobre este tema, pero es tal la evidencia que nos depara en estos tiempos, que no me puedo resistir a abordarlo. Y diréis, Mónica, ¿sobre qué tema vas a tratar?

Pues muy fácil, aquí os lo detallo, sobre la política actual española. Como de costumbre, sí, pero esta vez, no es en referencia a la ideología, sino sobre la ausencia de ésta; no va en relación a los principios, es de la carencia de estos precisamente. Tampoco es de altruismo, es sobre el ánimo de lucro que hay en unos cuantos con tal de vivir de la política. En fin, de todas las bajezas que tiene el ser humano cuando se entrevé una posibilidad remota de ganar posición, fama, poder y, cómo no, dinero y por ende prestigio social… el resultado es ¡la mala Política!

Sólo durante el año 2019, se han registraron cerca de 340 nuevos partidos políticos y, es que en la era de las minorías dominantes, de los descontentos, del interés puro y duro que se viste con falacias y mentiras o de la protesta social a la mínima… La oportunidad llega para unos cuantos, la de crear un partido político a la medida de cada cual, ¡toda una tentación!

Las nuevas formaciones se encuentran con grandes obstáculos, que se superan a base de: trabajo incansable, tesón y altruismo. Es quitar horas a la vida privada y familiar para entregárselas a un un proyecto llamado partido político, que no siempre te da alegrías, pero que cuando te las da, se consigue gracias al esfuerzo de un equipo de locos empeñados en una causa digna y justa.

¿De dónde salen los ofendidos?

Este es el motivo principal de la creación de la mayoría de las nuevas formaciones políticas, los ofendidos. Se trata de grupos de personas que no han conseguido cargo alguno en el partido en el que militaban. Una serie de integrantes que buscaban un único fin, obtener un puesto para mejorar su estatus social y económico o la posibilidad de destacar entre los iguales, pero que no lo pudieron alcanzar en el lugar al que un día juraron lealtad por España y a los españoles.

Me parece incomprensible ver cómo personas que intentan hacer que un partido ya formado (y con sus bases ideológicas sólidamente forjadas), cambie la línea para su propio beneficio. Está visto que España necesita partidos con una ideología sólida que cuente con un discurso sin titubeos. Es por eso que se multiplican los nuevos embriones y sólo algunos llegan a término. Son aquellos que no se corrompen, ni se venden en pactos de poder al mejor postor. Estos son los partidos con entidad, personalidad y sello propio.

Y, a los arribistas, aprovechados que sólo buscan un asiento, dinero, influencia, que se cambian de color según la dirección del viento, a esos les digo desde mi teclado, que he visto llegar a muchos dentro del partido al que represento y también los he visto marchar a pies juntillas. Una ideología no se ofende si tienes una base sólida y firme. Tan malo es pedir como rehusar, ni tampoco hacer ascos al trabajo. Hay que arrimar el hombro. No se puede llegar el último y vestirse de laureles en busca de lograr el cargo que te sirva para vivir de la política …

Todas estas formaciones de ofendidos de VOX, plataformas de afectados, partidillos variados que protestan por tal o cual injusticia… En relación a este tema, les diré que se vayan a un proyecto con el fin de hacerlo crecer pensando en el colectivo y no en lo individual, porque un partido ideal se puede hacer cuando hay trabajo en equipo y un esfuerzo sincero y asimismo les diré, que dejen trabajar a los que estamos en VOX dedicados en cuerpo y alma a una formación que cuenta con identidad propia.

Yo misma creo que no por desprestigiar a los que están en el sitio objeto de ambición, les va a llegar el turno. La política, por lo menos desde mi punto de vista, no funciona así. Las faltas y delitos se juzgan en los juzgados, basta con presentar una denuncia, las calumnias y falsedades en prensa sólo sirven para intentar minar la reputación de otro. Este tipo de maniobra deja mucho que desear de la persona que lo ejerce.
Es más importante la dirección que la velocidad.