Mi hogar, mi libertad

Recientemente, nos hemos encontrado con la impactante noticia de la detención de un señor de 77 años -una edad avanzada, ciertamente- por haber defendido su residencia de un asaltante con serios antecedentes penales y, además, reincidente ladrón en el hogar del anciano. Como resultado del ejercicio de defensa de su hogar, el malhechor ha perdido la vida en su intento de robo. Ante estos hechos, los españoles se han pronunciado activamente mediante las redes sociales. Ni siquiera en nuestros hogares, nos podemos considerar seguros.

Parece ser que la mayoría de los españoles cree necesario defender su hogar con total derecho, como sucede, por ejemplo, en los Estados Unidos. ¿A qué se debe esto? La respuesta es evidente; el aumento de inseguridad que estamos sufriendo en la última década, se está triplicando con el gobierno de Sánchez. Son cada vez más las viviendas okupadas en nuestro país y las que son objetivo de ladrones incluso, con sus habitantes dentro como ha ocurrido en el caso que os remitía al comienzo del artículo. Los asaltantes no dudan en utilizar el uso de la fuerza y el de la violencia para conseguir sus objetivos.

El artículo 202 del código penal, castiga el allanamiento de morada con penas de seis meses a dos años de prisión o en caso de violencia, de uno a cuatro años. Y he aquí observando lo barato que les sale entrar en tu casa a robarte para llevarse el producto de tu esfuerzo, desplumándote y pegándote una paliza en un santiamén. El aumento de estas situaciones viene derivado del poco respeto con el que Sánchez legisla sobre la propiedad privada, al mismo tiempo que deja que nos invadan delincuentes llegados desde otros países para dedicarse exclusivamente a esto. Luego, es completamente aceptable y comprensible que, una inmensa mayoría de españoles, estén de acuerdo con Vox a la hora de primar nuestro derecho a la legítima defensa.

Porque es la reincidencia del asaltante de este reciente caso, unida a la dejadez de una legislación que no protegía a la víctima de 77 años, los que nos ponen en situación y necesidad ante la posibilidad de vivir una problemática semejante en nuestros propios hogares. Y es entonces cuando lo vemos claro; en una situación parecida casi todos optaríamos por defendernos, sin vacilar, casi sin pensar, dando remedio con una actuación mecánica o instintiva. Así es como se ha dejado constancia en redes sociales sobre la opinión más generalizada.

Tenemos unas leyes que tratan a nuestros delincuentes como a víctimas y a los ciudadanos honrados como a delincuentes. Un español honrado siempre está bajo sospecha para el consenso progresista al que no falta el apoyo del PP. Para este consenso, todos somos asesinos en potencia, violadores en potencia, criminales que debemos ser reeducados según su propia ideología. Lo más triste de este asunto es que, cuando aparece un agresor de verdad, -un criminal de tomo y lomo como es el caso-, entonces todo es buenismo, derechos humanos y reinserción para aquellos que no respetan bienes ajenos. A esto se dedican quienes no quieren posicionarse a favor de defender la propiedad privada como un derecho indiscutible, siempre y cuando ellos vivan rodeados de lujo y comodidades.

Hay algunas personas que no son capaces de demostrar con su voto, que no están dispuestas a que se traicionen unos principios fundamentales en los que creen. son aquellas que conceden su voto por cobardía y temor al consenso progresista, las mismas que claudican ante los ataques constantes que sufre la propiedad privada, son las que sucumben a leyes flojas para evitar un enfado “progre”, las que consintiendo nos han dejado caer en el fondo de un pozo. Y ahora que estamos abajo, son las mismas personas que sacan pecho para intentar recuperar las confianzas que ya han perdido. Sabemos que con la cobardía y lo políticamente correcto no vamos a cambiar nada, todos los indicios nos llevan a una única solución: Solo Vox nos va a sacar de esta.