El artículo de opinión que plasmo esta semana en Minuto Crucial va a ser una historieta-reflexión que espero sirva para remover conciencias. Adentraos en ella, puesto que aun siendo ficción, recordad que a veces puede incluso superar a la realidad. Lo que en el pasado podía ser un bulo de unos, de los apestados, mañana se convertirá en algo verídico, todo dependerá de quién sea el que señale… más el poder y la influencia que tenga el sujeto en cuestión. Comenzamos.

Amigos, imaginad por un momento que sois una persona de las élites, alguien importante o, más aún, la más poderosa de entre todas las que habitan en el planeta. El dinero, en grandes cuantías es vuestro habitual modus vivendi y os viene como agua en cascada, en base a los diferentes negocios que tenéis en propiedad. Un proyecto fructífero es sinónimo de dinero y, en honor a la verdad, todos nos movemos por él: un ser poderoso no iba a ser menos. Con la fortuna se consigue el poder -me viene a la mente ese “don” de la erótica del poder-, influencias sobre todo estamento y, por ende, contactos en todos los gremios que se os ocurran y, cómo no, los privilegios de los que el pueblo llano jamás podrá gozar. Dicho de otra manera, con esto último, si eres influyente, pueden incluso cerrar un restaurante para ti y tus allegados, ¿os suena de algo un caso así, españoles?

Siempre se ha dicho que la avaricia rompe el saco. Esto puede pasar en un político, empresario de medio pelo, pero jamás en un magnate, puesto que es asquerosamente rico. Hasta tal punto lo llega a ser que tendrá gente que le administre todo, tanto sus propiedades como su economía particular, así que todo irá viento en popa. Con el dinero pasa lo siguiente, amigo magnate; cuanto más tienes, más quieres. Eso de la avaricia rompe el saco no entra dentro de tus principios morales, ya que te ves tan grande e importante… además de que cuentas con los mejores asesores, por lo que el fracaso en tus decisiones no entrará en tu diccionario elitista. El mundo está en tus manos, recuérdalo. Eres el más ricachón entre todos, existen otros de tu estirpe de similar condición, pero tú mismo eres el top y lo sabes.

El mundo, con sus virtudes -economía estable, tasa baja de paro…- y sus defectos -trapicheos políticos, injusticias sociales en países orientales…- va medianamente estable. Sin embargo, tu economía se muestra al mismo nivel que en otras ocasiones. A pesar de ello, quieres ganar más, puesto que odias la rutina. Mil millones te parece poco, de modo que quieres doblar la cifra, para engordar tanto tu ego como la codicia. Vamos a crear o hacer creer a la población que hay un ‘algo’ aterrador que pulula por las calles y mata, aunque esté exclusivamente en nuestra imaginación. ¿De qué manera podrías conseguir el objetivo que pretendes y que provoque a su vez que te enriquezcas a costa de la gente?

Recuerda, amigo magnate, practicas el tráfico de influencias y hay tantos ceros en tu cuenta corriente como kilómetros de Bilbao a Vitoria. Eso acarrea que las personas te reconozcan por las calles, te respeten y, al mismo tiempo, tengas la posibilidad de comprarlo todo… y a todos, porque además te ‘pone’. Ya lo dije en anteriores ocasiones: todos tenemos un precio, otra cosa es lo caro o barato que estés dispuesto a venderte. Tu poder, persona top de las élites, es inmenso. Dentro de tus amistades hay políticos, gobiernos, comisarios europeos o de EE. UU., sanitarios, abogados y otras personalidades dispuestas a todo, si requieres de sus servicios. Unos se venderán por un trabajo estable y sueldo levemente superior al que tenían antes; otros serán más exigentes y te pedirán el oro y el moro, pero al final… estarán a tu servicio, porque recuerda, no existe el NO en tu diccionario, cuando te propones un objetivo en la vida. También están los que pedirán un ascenso profesional con su respectivo aumento en los emolumentos, o apariciones en televisión, todo es cuestión de ego. No olvidemos un perfil clave, quienes serán capaces de vender su alma al diablo, esos mismos que en el pasado defendieron con ahínco que algo era blanco y hoy drásticamente asegurarían que es negro. Estos son los peores, los más dañinos, aunque se les puede combatir apelando a su hemeroteca.

Amigo de las élites: ya has conseguido comprar a todo aquel profesional que necesitabas para lograr tus propósitos. Ahora toca ejecutar el plan de acción, para convencer a las masas. Como el dinero no es tu mayor problema y tienes comprado a gran parte del capital humano, en los próximos días cada uno de ellos hará su función. El cuarto poder no tiene ideología y da igual quien sea el director de un medio o el locutor/presentador estrella de esos informativos o programas de radio. Él tiene un objetivo y debe ejecutarlo por el bien de su cliente, o séase, tú. A fin de cuentas, este profesional vive gracias a los patrocinadores que inyectan grandes cuantías económicas a la empresa en la que trabaja. ¿Izquierda o derecha? Esas posiciones, en esta ocasión, son irrelevantes, ya que el dinero mueve montañas y con él se logran hazañas que jamás creeríamos que acontecieran en una sociedad como la nuestra, en pleno siglo XXI.

Volvamos a la función del medio o comunicador. Hay que vender un mensaje a toda costa. Si convencen al pueblo, seguirán regados por mucho tiempo, de lo contrario, adiós negocio y bancarrota asegurada -y más en tiempos de crisis- y los profesionales directos al paro, desde el presentador estrella hasta el que lleva los cafés. ¿Informar al pueblo o desinformar por dinero? Si vende más lo segundo y asegura una inestabilidad, ¡adelante! Esa es la mentalidad que tendrán y que irá acompañada de la siguiente argumentación; como eres el magnate y lo que te sobra es el dinero… será fácil engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Ríete tú de Churchill.

Gran líder de las élites, sales a la calle tras urdir tu plan, ya compraste a los profesionales que lo están ejecutando sin pudor alguno. Da igual las consecuencias que generes en los demás. A tu alrededor, ves a dos tipos de personas: unos que se tapan como las mujeres musulmanas y que miran cada dos minutos en ambas direcciones, por miedo a ser contagiados de ese ‘algo’ que tú has pedido que se promocione. Dentro de este tipo de perfil, los encontrarás sugestionados, de muy baja autoestima y con la mentalidad tan débil, que darán credibilidad absoluta a todos aquellos medios y profesionales que tú de una manera u otra has comprado. Si lo dice la TV, será verdad o repetirán las mismas palabras del experto al que los tuyos han ofrecido algo para que defienda con ahínco ese ‘algo’ que, valga la redundancia, tanto atemoriza a la sociedad. También encontrarás, deambulando por las calles, a gente que, sin estar sugestionada, irá con cautela, aunque este perfil no solo se guiará por los medios o expertos a los cuales has comprado, sino que también lo hará por otras fuentes disidentes, cuya credibilidad solo la pondrá en duda la gente que tienes en nómina. Magnate, tal es tu poderío económico, que a estos que no han querido pasar por el aro del dinero los vamos a catalogar como negacionistas, aunque el manifiesto que impulsen sea verídico o a pesar de que recuerden al pueblo llano en reiteradas ocasiones las contradicciones de los expertos oficialistas.

En un mundo ideal en el que tú eres el líder entre los líderes, recuerda amigo, tienes el poder. Los de las televisiones te venderán independencia, pero ante un posible debate, el disidente siempre estará en minoría y lo más probable es que lleven a uno chiflado, para intentar convencer al que duda de ese ‘algo’ en el que tú has depositado por un lado tus esperanzas y por el otro una gran cantidad de dinero que ha servido para comprar a personas y medios. La imparcialidad y la independencia no existen en los medios de comunicación, y menos cuando están regados por alguien tan importante como tú, además de por tus amigos, los del gobierno de turno. Recuerda, tu sueño de querer multiplicar tu patrimonio, para doblar en la lista Forbes al segundo, cada vez está más cerca.

Los medios son la pistola, tu mercancía fraudulenta es la munición y la gente de la calle, dependiendo de su personalidad, creerán o no la fábula en la que has invertido tanto dinero. ¿A favor o en contra? Amigo magnate, lograste dividir a las personas, pero no solo eso, sino que también, dentro de la sociedad, tuviste tal influencia que mediante el miedo creaste monstruos en potencia, -en una parte de los favorables- dispuestos a discriminar al que se posiciona en contra, y todo por lo que dice la caja tonta o el papel mojado de turno, basándose en los expertos que tú o alguien de tu entorno ‘ha comprado’.

Pasó el tiempo -unos años- y ese algo que ‘inventaste’ no se podía alargar más, ya que, dependiendo de la estación, la sugestión iba desapareciendo. Tú, magnate de terciopelo, que te encontrarás en tu despacho dorado, observando los periódicos de los medios que ‘has adquirido’ y contaminado con tus sucios billetes morados, harás que en un breve lapso de tiempo aparezca en escena uno de tus mejores asesores. Sólo así podrás prolongar tu maléfico plan, que tantas desgracias trae: y “crearás” un antídoto que pulveriza el supuesto ‘algo’ que has vendido al Cuarto Poder, para provocar el acabose entre la sociedad.

Los medios de comunicación, los mismos que fomentaron ese ‘algo’ que vendías años atrás, alimentarán tal temor entre la población, que gran parte de las personas estará dispuesta a untarse ese mejunje que han diseñado los tuyos, para enriquecerte aún más. Este antídoto se administrará de manera precoz y, como todo lo que se hace sin garantías, tiene sus efectos adversos… pero no pasa nada ya que, en las televisiones, solo aparecerán los que nos han dejado por ese ‘algo’ que en el pasado tú mismo fomentaste y que no han pasado por el aro del mejunje, omitiendo, a su vez, los que fenecieron por culpa de ese experimento precoz. Y eso sin contar las estadísticas. Si se ocultan los datos precisos, nadie se dará cuenta y el número de fanáticos sugestionados irá in crescendo. A fin de cuentas, el fanático es vago para investigar, puesto que da credibilidad absoluta a lo que ve, aunque meses atrás los datos se contradijeran. Su memoria a largo plazo está deteriorada o, simplemente, el miedo de haberse posicionado en el bando incorrecto no le permite analizar los acontecimientos con claridad. Serán los mismos que no se molestarán en observar los hechos objetivos que les plasmes en toda su cara. Negacionista te llamarán, aunque estén equivocados, y todo por no posicionarte en el bando de la mayoría, la que está subvencionada.

En definitiva, a pesar de ser pura ficción, os invito a asociar esta historia con la realidad que estamos viviendo en España y el mundo. Es larga, lo sé, pero creo que habrá servido para que alguno que otro reflexione sobre las contradicciones que se han ido dando en las diferentes personalidades que mueven los hilos del mundo: políticos, expertos o vinculados con los medios de comunicación. El tiempo es soberano y por ese motivo considero que, más tarde o más temprano, desenmascarará los intereses de unos y de otros. El bien, aunque tarde décadas, siempre podrá contra el mal.

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