Esta semana no hemos tenido tiempo para el aburrimiento. Tras la celebración de día de las danzas tribales, también denominado 8M y, todavía, con la atención enfocada en la invasión rusa de Ucrania, la actualidad nos ha llevado a que todos los medios de comunicación, que viven de las treinta monedas que, cíclicamente, reciben por parte del gobierno de turno; estén escandalizados por el pacto de la turboderecha en Castilla y León.

Medidas tan “preocupantes” como el refuerzo de las inversiones en sanidad, especialmente en la Atención Primaria, el fomento de las políticas de apoyo a las familias, el desarrollo de infraestructuras, o la reducción del gasto institucional superfluo, son las que están haciendo que el zurderío patrio haya salido en tromba a calificar el pacto en Castilla y León como algo intolerable. Y ciertamente, lo es. Es intolerable, para todos aquellos que llevan lustros viviendo de la sopa boba porque, precisamente, la aplicación de políticas que favorecen a la ciudadanía, en lugar de a los políticos y sus satélites, pone en riesgo su modus vivendi. Como diría aquella ministra, que cuando se contagió de Covid, fue a la Ruber para que la trataran como se merece un alto cargo, “les va la vida en ello”. Y en medio de este panorama, como siempre, hay “cosas chulísimas” que pasan desapercibidas, porque vivimos en un país en el que el humo es el compañero de trabajo más fiel de nuestro Gobierno. Me explico.

El mismo día en el que las alienadas, de todo tipo, gritaban por las calles consignas tan edificantes como: “Manolo, hoy te haces tú la cena”, o “Abascal, criminal”, sin que ninguna de ellas supiera quién es Manolo, o qué crímenes ha cometido don Santiago; tuvo lugar un Consejo de Ministros. Uno de los Consejos de Ministros más bochornosos que se recuerdan y que, sin embargo, no ha sido objeto de más titulares que el de los, famosos ya, 20.319 millones de euros que la señora Irene Montero va a utilizar para luchar contra sus propios traumas. Ella lo llama “feminismo transversal”. Yo lo llamo estupidez, que también es transversal. Y digo que fue bochornoso porque, además del anuncio de este dispendio ideológico, se aprobaron algunas cosas muy curiosas, de las que, estoy seguro, no han escuchado, leído, ni visto, absolutamente nada.

La primera de ellas es que, en ese Consejo de Ministros, se acordó, tal y como refleja el acta, la desestimación del recurso contra el apartado 5 del artículo único de la Ley de la Comunidad Autónoma de Galicia. Es decir, que el Tribunal Constitucional ya no se pronunciará sobre la inconstitucionalidad de la obligatoriedad de la vacunación. Traducido al román paladino, Feijóo y Sánchez han pactado que el recurso, que hizo que el Tribunal suspendiera cautelarmente esa obligatoriedad, por entender que se podrían producir daños irreparables o de difícil reparación; no siga su curso y que, por tanto, no haya un posicionamiento claro sobre este punto, dejando la puerta abierta a que pueda volver a presentarse una medida similar, puesto que no habrá un dictamen de carácter jurídico que exponga, claramente, la inconstitucionalidad de dicha medida. Y todo esto, con la excusa de que Feijóo ha dado “marcha atrás”, cosa que, en este momento, tampoco es algo que esté muy claro.

En definitiva, el pacto consiste en que el Tribunal Constitucional no se pronuncie, para no dejar constancia de lo ilegal de la obligatoriedad… Pero es que, además, en ese mismo Consejo de Ministros, también se aprobó una subvención de 17 millones de euros para los sindicatos. Sí, para esos mismos sindicatos de clase que no abren la boca ante el drama económico que están sufriendo los trabajadores, con un precio de la energía sin techo a la vista y con unos precios de los carburantes que cada vez se acercan más al del precio, por litro, del whisky que se beben los sindicalistas después de las mariscadas. Para esos sindicatos que mantienen la cabeza enterrada, cual avestruz, mientras la inflación se desboca y las empresas cierran una tras otra. Todo es culpa de Putin. Una subida en la subvención del 18,33%. Ahora ya sabemos por qué están tan callados. Tienen la boca llena de billetes. Pero es que, además, en ese mismo Consejo de Ministros, también se aprobó la autorización a Cataluña, para que pueda formalizar operaciones de deuda por más de 1.000 millones de euros. Espanya ens roba.

Así que, amigos, mientras que nos cuelan, de rondón, lo que les da la santa gana en sus reuniones de alargada mesa; nosotros miramos el lazo morado que se ponen un día al año todos los que compran la mercancía del consenso progre, mercancía que se asemeja al aceite de girasol, porque cada vez nos sale más cara… Eso sí, el pacto que posiciona, por primera vez, a los ultramegahiperfachas como partido con responsabilidades de gobierno, tiene a las charos, los medios subvencionados y a todo el espectro progre/globalista, que va desde el Partido Popular Europeo hasta los bilduetarras (con todo lo que hay en el medio) deeply concerned.

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