España

Cuando Mónica encontró a Ximo

Es inevitable… Con permiso de Juanma Moreno, Mónica Oltra es la protagonista indiscutible del panorama político. Su caso, o mejor dicho, su problema se puede resumir de la siguiente manera: la Vicepresidenta y Consejera de Igualdad y Políticas Inclusivas de la Generalitat Valenciana ha sido imputada por manipular informes con el fin de obstaculizar la investigación que finalizó con su    ex-marido condenado por abusos a una menor tutelada por la misma Generalitat Valenciana. Y ¡ojo! porque cuando no interesa, las noticias se omiten o se dan a medias; también está siendo investigada por utilizar dinero público para realizar paralelamente averiguaciones y conocer datos acerca de las denuncias presentadas por la mencionada menor.

Como todo en la vida, los puntos de vista son muchos y pueden ser contradictorios. Si uno se pone en la piel de la que se va a sentar en el banquillo, es lógico que se defienda como gato panza arriba. Ella está muy cómoda en su papel de cabeza visible del feminismo y cuando no sabe por dónde salir, tira del comodín de la llamada, esta vez a su amiga Ada Colau, que también sabe de qué va esto de las imputaciones, y a seguir pisoteando su propio honor por los pasillos de las Cortes Valencianas soltando el discurso de siempre, que si empoderamiento, que si misoginia, que si machismo… lo que pueden dar de sí ciertos términos.

También se puede ver desde los ojos de sus aliados políticos. La defienden, por supuesto, al fin y al cabo, les dio la llave de la Generalitat. Además, les es indiferente lo que diga un juzgado, después del tiempo que llevan sacando la cara por ella, cómo van a dejarla tirada a pesar de que su relación sea más falsa que el orgasmo de Meg Ryan con Billy Crystal. A estas alturas, atacar a una de las organizadoras de aquel aquelarre feminista sería una incongruencia, una más a las que tiene acostumbrados Ximo Puig a los valencianos. ¿O quizás sí lo haga? Carlos Mazón viene pisando fuerte y eso Puig lo sabe.

La oposición. Pues a degüello, naturalmente. Sopla viento de cambio en la Comunidad Valenciana y en la sede del Partido Popular ya piensan en recuperar el Palau de la Generalitat, mientras ven el declive y casi segura caída de la catalanista como el comienzo de lo que ocurrirá dentro de unos meses. Si hace unos años, la dirigente de Compromís era el azote de su grupo pidiendo por activa y por pasiva (y por camisetas) la dimisión a todo aquel que se juntara con la derecha, no se va ir de rositas como si aquí no pasara nada, a pesar de que ella alegue motivos políticos para seguir en su cargo. ¡Oiga usted! Y se quedó tan tranquila cuando lo dijo así, delante de los micrófonos. Por favor, no van a ser motivos deportivos, o agrícolas, o vaya usted a saber… todo el mundo se hace una idea de las causas por las que se aferra a su cargo…

Y por último, la perspectiva de sus votantes. Y la de los del Partido Socialista, que al fin y al cabo son compañeros de viaje. ¿De verdad sigue teniendo calado entre determinados sectores la persecución de la extrema derecha? El hecho de que Mónica Oltra continúe en su puesto es un insulto a sus propios afiliados y simpatizantes. Un desprecio solo comparable al esperpento que protagonizaron este mismo sábado la doña, Baldoví y el alcalde Ribó junto a los palmeros de costumbre bailando como si esto no fuera con ellos. Por cierto, ¿alguien vio a Yolanda Díaz o a  Mónica García?

Un breve paréntesis sobre Joan Baldoví. La desfachatez del señor diputado nacional no conoce límites. Si en los tiempos de las camisetas propagandísticas, ella atacaba en la comunidad, él se despachaba a gusto en Madrid. Ahora, desde la sala de comunicaciones del Congreso de los Diputados, se niega a contestar a cualquier profesional de los medios que le pregunta sobre los conflictos judiciales de su compañera de armas, haciendo una vez más alarde que lo de la libertad de prensa no va con ellos cuando no les interesa.

Pedir dimisiones es muy fácil cuando se hace desde la la bancada de enfrente; que se lo digan a Pedro Sánchez que no se quitaba la palabra de la boca. O a la misma protagonista de hoy, que desde su butaca se le hinchaba el pecho hablando de dignidad. Una dignidad que, o no tiene, o arrastra en cada rueda de prensa que ofrece y de las que ya no hablan los canales informativos afines que antaño llenaban horas y horas de tertulias sobre la corrupción. ¿Por qué no discuten si es ético y legal ocultar información sobre un caso de abuso a menores? En un mundo coherente no habría nada que debatir, pero ya se sabe que la lógica y la razón es diferente dependiendo del color con el que se mire.


De todo esto, se podrían sacar dos conclusiones, ambas decepcionantes: Primera, que un sector de la sociedad se comporta cual rebaño que se deja controlar por sus pastores a los que idolatran y adoran hagan lo que hagan, ya sea ilegal, inmoral… Y la segunda, el hartazgo de otros ciudadanos que se quedan con la sensación de que los que mandan no solo les machacan a impuestos y otros atropellos económicos, sino que encima, les tratan como idiotas. Señora Oltra, si tanto quiere a su partido y a Valencia, búsquese otro Ximo y váyase, que bastante daño ha hecho ya a la política y a la sociedad.

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