España

El mar rojo: de las olas del corona a las olas de calor

Para el social comunismo, si los problemas no existen, hay que inventarlos. Si el verano pasado se pusieron las botas enfrentando a la sociedad civil con la pandemia del coronavirus y ejecutando la muerte civil de todo aquel ciudadano que, libremente, decidía no vacunarse, este año y en pleno auge de fallecidos «de repente», van preparando el terreno para justificar más restricciones energéticas en el nombre del fundamentalismo ecológico.

Tal vez muchos no lo recordéis porque erais jóvenes (nótese el sarcasmo) pero en el año 2017 tal mes de julio como el actual las temperaturas en toda España eran similares, entonces no se emitía ningún discurso de cambio climático ni se nos exigía apretarnos aún más el cinturón en materia energética, ni tampoco pagábamos la gasolina a 2€ el litro, ni tampoco teníamos que elegir entre disfrutar 15 días de vacaciones o comer, ni tampoco nos amenazaban con un corralito energético este invierno.

Los incendios en España, lamentablemente, eran una tónica habitual como lo han sido en el pasado. Es cierto que no con la misma intensidad que estamos viviendo últimamente. Dudo que los urbanitas, entre los que me incluyo, conozcamos a fondo la casuística que los provoca. Quienes viven estas catástrofes tienen un común denominador: todos ellos señalan a los ecolojetas de barra de bar que, con su sectarismo, impiden que los montes puedan ser limpiados con la habitualidad que requieren.

Tampoco en el año 2017 teníamos un presidente del Gobierno tan cenutrio hasta decir basta y con unos delirios de grandeza y egocentrismo patológicos. Es cierto que Mariano Rajoy nunca fue santo de mi devoción, pero jamás le vi consumar aberrantes actos verecundos como al chulo de La Moncloa; sólo un narcisista como él es capaz de fotografiarse en medio de un escenario arrasado por las llamas posando con su arrogancia característica con tal de retroalimentar su ego y su fantasía magnánima.

Y por si todo esto no fuese suficiente tiene la poca vergüenza de señalar al concepto de «cambio climático» como responsable de estos incendios cuando las propias fuerzas de emergencias señalan a «factores intencionados»; es decir, que, para la secta ecológica, que las cerillas ardan es consecuencia del cambio climático ¡Y punto! El colmo de este disparate es que el ayatolá de la religión climática nos lo viene a predicar desde el Falcon, el Super Puma y el Audi A8. Que esta infamia de presidente sea capaz de sumar aún un 28,2% de los votos, según el CIS, es para hacérselo ver. No me corresponde a mi poner calificativos a quienes aún creen las patrañas de este Gobierno y sus acólitos, pero en mi profesión tenemos un dicho: «Si crees que tus usuarios son idiotas, sólo los idiotas comprarán tus productos». 

Te venden miedo para que compres esperanza, la que ellos te prometen. Renuncia a todo: No comas carne, no viajes en coche, no tengas vacaciones, no pongas el aire acondicionado, no te calientes con estufas, no te alumbres, ponte todas las vacunas que te digamos, come gusanos, no te reproduzcas, no cuestiones, paga impuestos y obedece. Y recuerda, es todo por tu bien. No tendrás nada y serás feliz.

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