Deportes

Árbitros, en el disparadero y obviados

Ni por asomo. Parece imposible. No sabemos si es porque no vende, porque la opinión pública no lo quiere reconocer o porque así los periodistas pueden tener un foco para las frustraciones de sus equipos. Al final, siempre pagan los árbitros. En unos casos, por culpables de lo malo y en otros, por responsables de lo bueno. En fin, la rutina asquerosa de este negocio.

Empecemos por el principio. La huelga de árbitras de la Liga F, lo que viene a ser la Primera División Femenina, ha dejado patas arriba el fútbol femenino nacional y ha creado un nuevo conflicto entre patronal y federación. Una jornada entera suspendida y equipos presentes en los campos sin el equipo arbitral son imágenes demasiado potentes para una liga que iniciaba su andadura profesional.

Pero nadie se ha parado a pensar en las colegiadas. Nadie ha entendido que las árbitras son las únicas no profesionales ahora mismo en la Liga F, y que ese es el problema principal para seguir adelante. Para discutir honorarios por partido y dietas hay tiempo, y eso deberá establecerse de forma proporcional a los ingresos de la liga y los salarios de las jugadoras, pero la cobertura física y médica, la profesionalización del colectivo y condiciones dignas en remuneración fija por ser deportistas profesionales son la casilla de salida en la que todos deben empezar a trabajar.

Y para trabajo, el que se encontró de golpe el bueno de Carlos del Cerro Grande en el Cádiz – Barcelona. Minuto 81, y un aficionado sufre un paro cardíaco que provoca el runrún de la grada. En ese momento, Carlos señalaba un saque de puerta en ese fondo, en la zona más alejada a su asistente, lo que provoca que tenga que acercarse más a la jugada.

En ese momento, Carlos detecta el problema con un simple vistazo a la grada, y realiza una espectacular carrera de más de 50 metros en pocos segundos para advertir a equipos médicos de los clubes, delegado de campo y fuerza pública. Esa carrera fue el mejor signo de anticipación para evitar la tragedia. Después vino lo que si verá en todos los digitales y televisiones. Ledesma con el desfibrilador del Barca, José Mari con la camilla, etc. No vende hablar bien de un árbitro, ni siquiera cuando ha podido ser determinante para salvar una vida.

Este es el panorama. Así trabajan los árbitros cada semana. En silencio, conscientes de que cada día somos más culpables de todo y héroes de nadie. Ese será el mayor mérito de los colegiados, saberse desapercibidos aun siendo determinantes.

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