España

El comunismo y sus cánidos de moral relativa

La pasada semana hemos visto cómo la beligerante Irene Montero y su concubina ideológica, Ione Belarra, vuelven a temáticas que les permiten utilizar palabras de su limitado vocabulario, tales como: franquista, extrema derecha, nazi, fascista. Vamos, lo típico de estas ‘charos’ venidas a más. Los restos de un niño, encontrados entre otros en una fosa común de la época de la Guerra Civil española, les han dado cancha para volver a exhalar azufre. Cómo disfrutan estas cosas y no pierden oportunidad para vomitar improperios, no solo a personas del pasado, sino también del presente.

A Irene Montero le dio por señalar que estamos controlados por “los nietos de los que financiaron el Golpe de Estado y se hicieron ricos apoyando la dictadura, así como controlan lo que vemos, leemos, consumimos, deciden sobre nuestras vidas”. No le tiembla la voz al soltar tanta chorrada junta, teniendo en cuenta que la Guerra Civil fue un deleznable y triste conflicto que estalló dada una polarización política en la que el comunismo tuvo su belicoso protagonismo inicial.

La memoria histórica olvida las persecuciones religiosas durante la Segunda República o los miles de miembros del clero asesinados a sangre fría; del mismo modo, se olvida, en esa mal llamada memoria histórica, el caldo de cultivo previo al estallido de la Guerra Civil, la rabia de esa izquierda que anhelaba control absoluto y rezumaba odio visceral, convirtiéndose en el terror rojo que propició persecuciones y víctimas.

En cuanto a que los nietos franquistas controlan cómo vivimos, diría que el gobierno actual de España, que tiene control ideológico de la mayoría de medios, que no cesa en desmantelar todo aquello que les recuerde la derrota de hace más de 80 años, que continuamente trata de desacreditar voces ideológicas disidentes, que tiene a los ciudadanos ahogados bajo el yugo de impuestos inasumibles, que rezuma corrupción y despilfarro de los impuestos recaudados, entre tantas otras cosas, es el que controla nuestras vidas. Igual Irene vive en otro mundo para lelo o para lelos, que también.

Pero sin necesidad de ir tan lejos, la histriónica Montero es de moral distraída porque, al parecer, el hallazgo de una joven víctima de la Guerra Civil le produce un impacto que no le producen las víctimas infantiles de los terroristas de ETA, ni tampoco los etarras le producen repulsión, ya que en 2023 pedía “máximo respeto a Bildu” cuando presentaron como candidatos a 44 miembros de ETA condenados, siete de ellos por asesinato.

Para ella, “Bildu es un partido democrático que elige candidatos que considera oportunos”. No son pocas las veces que ella y Belarra, así como otros miembros de las izquierdas actuales, se han reunido sonrientes y han pactado con los despreciables proetarras. Se ve que los asesinatos en época de democracia sí se pueden tolerar. Persigamos delitos de personas ya fallecidas hace más de 50 años, pero superemos el terrorismo de los vascos, cuya última víctima cayó en marzo de 2010.

Por otro lado, Ione Belarra, en el Congreso, pedía reventar todo aquello que no gusta a la charocracia de las élites podemitas y sus satélites, con un discurso que huele a esa atmósfera de esa izquierda de la Segunda República al estilo Largo Caballero –apodado “el Lenin español”–, exigía “reventar a la derecha y quitarle todos sus privilegios”, así como “reventar a la derecha para que dejen de mandar, a pesar de no estar en el gobierno” … Mientras la palabra “reventar” adornaba cada segundo de su beligerante discurso, exigía también reformar el Consejo General del Poder Judicial, esto es, colocar afines ideológicos para perseguir al disidente ideológico, como hicieron con TVE -cosa que resalta orgullosa-, que es cualquier cosa menos plural. Habla de bajar por ley los alquileres un 40%, pero no dice nada de restar esos impuestos abusivos a los que estamos supeditados los españoles; no habla de “reventar” la persecución del gobierno a los ciudadanos a través de Hacienda, que ya está a niveles confiscatorios bajo cualquier pretexto.

Añadiendo además que hay que regularizar a todos los inmigrantes, importándole un pepino que la elevada y descontrolada inmigración sea insostenible; los propios españoles ya no pueden tener una vida digna y los recursos públicos están siendo vandalizados por un gobierno y sus secuaces, que malgastan el dinero público. No hay que regularizar, hay que repatriar.

Habla de violencia contra inmigrantes, cuando la mayor violencia que se ve es la que se sufre a diario, precisamente, por parte de inmigrantes: violaciones, atracos con violencia, agresiones con machetes, secuestros con torturasi nos llegan hasta bandas peligrosas sudamericanas… pero el peligro lo representa todo aquél que no comulgue con las ideologías de esta izquierda con ínfulas dictatoriales guerracivilistas.

Exigía, esta individua, perseguir con el código penal al insurgente político, desmantelar organizaciones, prohibir manifestaciones que ella llama “fachas” y cantar el Cara al Sol, lucir la bandera constitucional -les recuerdo que estuvo vigente hasta 1981- con el águila de San Juan, que ella llama “la del pollo” porque, dadas sus evidentes limitaciones culturales, no debe ni saber nombrarla correctamente. Reventar, prohibir, perseguir… Su discurso tan alejado de problemas reales y tan cercano a esa España de mediados de los años 30.

Olvida la exaltada, que reventados ya estamos todos los españoles, da igual ideología. La clase media desaparece a pasos agigantados; Hacienda nos prohíbe y persigue como si fuéramos delincuentes –no dejes dinero a tus hijos y justifica todos tus gastos o ingresos, mientras el PSOE recibe sobres de metálico y el dinero público se lo gastan en drogas y prostitutas–. Estamos reventados porque los barrios se han vuelto peligrosos y porque no podemos ya vivir dignamente. Ya habéis reventado el país.

En 4 minutos vomitó un sinfín de ideas que, de salir de la boca de cualquier partido político, asociación o particular contrario a su ideología, serían consideradas como “delito de odio”, pero eso no aplica a estos engendros con moral acomodaticia. Ellos pueden lucir la bandera republicana, pueden cantar “La Internacional”, pueden alzar el puño, pueden lucir símbolos de ese comunismo sangriento que cuenta con más de 100 millones de víctimas a lo largo de su historia, pueden utilizar el dinero de todos los contribuyentes para ensalzar la figura de esa sanguinaria llamada La Pasionaria, pueden tener a El Che y a Castro como ídolos, cuando el régimen comunista cubano tenía campos de trabajo hasta para homosexuales. Sí se puede: la izquierda puede.

¿Quién quiere sembrar el terror? ¿Quién quiere reventar barrios y convivencia? Ellos, los que llenan las calles con delincuentes peligrosos, quienes abren las fronteras indiscriminadamente, quienes queman los recursos sociales y económicos públicos, los que jalean a esas juventudes mal llamadas “antifascistas” para que sean su brazo violento. Ellos, ellas y elles… los que no sufren las consecuencias de sus actos y decisiones, los que olvidan que la historia es cíclica.

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