España

Fatídica agonía

Jamás pensé que un miserable personaje como Pablo Iglesias se iría de la política con más dignidad que el candidato al que un día electoralmente apoyé y voté. Poco es decir cuando siento vergüenza por haberlo hecho durante más de 3 años de militancia. Afortunadamente, hace ya 3 meses subsane tal error presentando mi baja como afiliado del Partido Popular.

El joven Casado, que un día a las primarias se presentó, causó en mí tal ilusión que con 17 años me llevó a afiliarme al PP en el País Vasco, corriendo el riesgo que desgraciadamente tal hecho en esta enferma sociedad todavía supone. Promesas olvidadas, principios traicionados e ideas abandonadas junto a la falta de liderazgo, han supuesto el fin del candidato a la Moncloa. Pero no se crean que este mediáticamente ha sido el detonante eutanasiastico que ya venía arrastrando. Una guerra interna junto a su secretario general, y verdadero dirigente del partido, contra la mujer que les dio todo, por precisamente ser esta defensora de los valores que a este un día un congreso nacional le hicieron ganar, los ha llevado a verse entramados en una auténtica serie de narcos en el que el acento al hablar es la única distinción. Desde agencias de detectives privados, espionajes a familiares y exparejas de la presidenta madrileña, hasta a prácticas mafiosas teledirigidas desde la sede nacional sumadas a sembrar la duda de la corrupción sobre la adjudicación de contratos acerca del mismo partido que él preside, han acelerado el suicidio.

No es necesario ser muy inteligente para saber que si hubieran puesto el mismo empeño estos 2 años que llevan liderando la oposición en echar a Sánchez que en autodestruirse llevarían meses durmiendo en la Moncloa. Pero amigos, los celos y el ego en política son de tal envergadura que ciegan de odio y temor al más inocente que fuera del mundo político no tiene ningún año cotizado ni de lo que vivir. Es la primera vez que una persona que recibe información privada de una «administración con datos fiscales y transferencias privadas», (que ya me dirán ustedes quién aparte de la Moncloa puede tener tal información), cometiendo un delito al reconocer haberla puesto en conocimiento de la persona afectada, no sólo no poniéndola en conocimiento de la Fiscalía, sino además utilizándola políticamente, pide que se demuestre su inocencia en vez de demostrar su culpabilidad. En fin, no sé ustedes, pero a mí, no sé si habrá sido el Espíritu Santo o qué, pero después de todo lo acontecido y la actuación de ciertos dirigentes políticos, se me han despejado todas las dudas acerca del «error» del diputado Casero en la votación de la reforma laboral.

¿Qué más pruebas de inocencia se necesitan para mandar de manera involuntaria toda la documentación a la Fiscalía sin que se la hayan pedido? ¿Cómo de borrego hay que ser para fiarse del dossier entregado por unos tipos que basaron la desescalada en informes de un supuesto comité de expertos que nunca existió? De 280.000 a 55.850 € y de una comisión por conseguir el contrato de la Comunidad a un pago por conseguir el material en China. En definitiva, de una comisión a un cobro por un trabajo. Contrato que lleva en el Portal de Transparencia de la CAM desde 2020, a disposición de todo aquel que quiera consultarlo. De nuevo al PP y como de costumbre se la han colado y han caído tan, pero tan bien en el cepo que por inseguridad respecto a su mayor activo y figura más relevante, han literalmente volado por los aires el partido que dirigían.

No hay nada más inteligente en esta vida que saber marcharse a tiempo, deberse a sus bases y afiliados, pedir disculpas a sus votantes, convocar un congreso extraordinario para elegir a un nuevo líder y presentar su dimisión. De nada sirve atrincherar a un cadáver político, esperando a que el paso del tiempo tal vez sane la hemorragia sin previamente haberla cosido. Pero compañeros, en política no se dimite, ello supondría reconocer el error y la fallida estrategia seguida. Es una lucha de egos, donde rectificar es poner en duda el liderazgo (si es que de él algo queda). Pablo Casado Blanco, tiene las horas contadas.

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