España

La moción que censura

El día 21 y 22 de marzo, la moción de censura capitaneada por el candidato de Vox a la presidencia, el profesor D. Ramón Tamames, hizo aguas. Tristemente, los números no dieron para derrocar a este Gobierno, pero también es verdad que ella nos sirvió para sacar la siguiente conclusión: la vieja política está a años luz de la nueva.

El economista, con menos horas de discurso que el mismísimo presidente del Gobierno en tal acontecimiento, barrió a todos y cada uno de los líderes de las diversas formaciones políticas que cargaron contra su persona. Todo ello, manteniendo siempre la compostura y mostrándose en cada intervención sereno y con una educación exquisita digna de admirar. Los zascas del profesor Tamames fueron antológicos y, lo más importante: sin tener la necesidad de alzar la voz a pesar de que algunos le acabasen faltando al respeto. Chapeau por este gran caballero español que, sin casarse con ninguna formación política, tuvo la osadía de sacar temas tan controvertidos como las relaciones de Estados Unidos con Ucrania en la guerra o la posible vinculación del Partido Socialista Obrero Español con Marruecos. Ni en lo uno ni en lo otro recibió respuesta.

La semana pasada, en el artículo de opinión publicado por Minuto Crucial titulado “Gana Sánchez, pierde España”, quise abordar de manera periférica la moción de censura, más como anuncio de tal acontecimiento que con la intención de posicionarme a favor o en contra. En aquellos días, muchos lo hicieron y, honestamente, tan solo por eso, ellos mismos se delataron como meros hooligans y activistas de los diferentes partidos políticos que abundan en nuestro país. Posicionarse sobre una moción sin tan siquiera escuchar las declaraciones de D. Ramón Tamames ni de las del resto de los partícipes en el pleno… supongo que esta será la marca periodística que predomina en España en cuanto a lo que respecta a medios de comunicación.

Hoy, tras dos días del final de la moción y después de observarla de manera íntegra,es cuando voy a posicionarme sobre ella. Sí, la apoyo, a pesar de que no diesen los números. Porque ha servido para sacarle las vergüenzas a Pedro Sánchez y todos los apóstoles de su Gobierno socialcomunista. Mi postura es esa, tras escuchar todas y cada una de las declaraciones en la cámara baja al completo y no como otros, que ya tenían sus titulares y argumentos redactados y memorizados antes del inicio.

Mi lema en este mundo tan complejo como el periodístico es el siguiente: para opinar sobre ‘algo’, primero se tiene que dar ese ‘algo’ y una vez que ese algo ha concluido… entonces es ahí cuando toca intentar analizar ese ‘algo’ detenidamente y de la manera más arbitraria posible y con todo lujo de detalles. ¿Todo lo demás? Voceros y activistas al servicio de terceros y no de la verdad. No obstante, el activismo en el periodismo, por mucho que se denuncie, siempre existirá ya que mueve cantidades ingentes de dinero y por siempre lo hará. Triste pero cierto.

Volviendo al asunto de la moción, ésta no solo nos ha servido para ir conociendo las intenciones de Pedro Sánchez de poder formar junto a Yolanda Díaz a medio plazo un nuevo Gobierno de Coalición dejando a Podemos de lado, sino que, durante este acontecimiento, pudimos contemplar la triste oposición que tenemos. Alberto Núñez Feijóo ni tan siquiera se presenta para representar a su electorado –sé que él no es Diputado, pero qué menos que acudir a cita tan crucial, aunque sea por decoro-, a la vez que luego su formación política vota no, mientras que Inés Arrimadas, lo mismo te hace un mitin de matrícula de honor que luego resulta que vota en contra de la moción. Ambos jugando como de costumbre a ser de centro-centrado-descentrado.

Tampoco faltaron los nacionalismos y su falta de respeto al candidato. Ver como unos cuantos de ellos le querían dar lecciones de antifranquista a Tamames resultaba irrisorio. O incluso, ahora que lo recuerdo y volviendo a Yolanda Díaz, ésta dándole clases de economía a ¿toda una eminencia en económicas como el madrileño? Si es que, el Congreso de los Diputados fue un show, pero no por culpa de D. Ramón Tamames o Vox, sino por la cobardía de la oposición constitucionalista que es aparentemente de derechas y por los bocachanclas de la izquierda y nacionalismos. Eso sí, digno de mencionar y de quitarse el sombrero fue ver como Pablo Cambronero, integrante del Grupo Mixto, fue el votante SÍ número 53 en esta moción. ¡Chapeau por ti, valiente!

En definitiva, creo que la moción nos lleva al siguiente escenario: un Vox que estaba medio olvidado y que gracias a la moción y la maestría de Ramón Tamames ha vuelto a resurgir como ave Fénix. Un Partido Popular que ve que su partido empieza a perder fuelle y tiene que tirar de Ayuso para increpar a la formación de Abascal. Para que activen los populares el modo guerrillero de la presidenta de la Comunidad de Madrid contra la formación de Abascal… algún peligro contemplarán desde el PP. Un Ciudadanos que en la teoría habla de maravilla pero que en la práctica se achantan… y una izquierda en general dispuesta a todo con tal de Gobernar. Esta moción es la de los sentimientos encontrados, la que emocionará a unos y condenará a otros, a pesar de tener a los medios de su lado.

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