Internacional

Cuba o el cuento de la rana cocida

Aún recuerdo a los venezolanos decir: “Nunca seremos como Cuba” y acabaron igual… o peor. Las mismas voces se alzan en España: “Nunca seremos como Venezuela”. Pues, al paso que vamos con un presidente totalmente fuera de control y un comunismo rancio, destructivo y endeudados para pagar sueldos y pensiones, quizás nos veamos en una situación idéntica si nadie frena el poder destructivo del PSOE. 

Años y años dejando la educación de nuestros hijos en manos de profesores, en su mayoría marxistas, han creado generaciones incultas, ignorantes, incapaces de ver más allá de sus narices, son de cristal y, si les gritas las verdades a la cara, lloran. Un país descreído, sin valores e invadido que me recuerda al cuento de la rana; si el agua está muy caliente saltará, pero si se la vas calentando poco a poco, para cuando quiera darse cuenta, estará cocida. 

Les pasó a los cubanos. Cuba era una isla próspera. Sí, igual Batista no era lo ideal, pero la revolución de Castro sólo trajo hambre y miseria. Es por ello que Cuba retrocedió y, en la actualidad, es la isla de la vergüenza donde se asesina al opositor mientras que el pueblo se muere de hambre. Fueron ranas cocinadas a fuego lento mientras los “libertadores” se enriquecían a costa de ellos. En España estamos viviendo lo mismo, un gobierno que se enriquece a base de exprimirnos y machacarnos a impuestos, un país de funcionarios que ya vive de prestado, un país muerto. Para cuando queramos darnos cuenta nos habremos cocido en nuestra propia indolencia. 

Algunos se irán hartos del país tan fraccionado y destruido, otros se quedarán y, si no luchan, serán esclavos en su propia casa. Todavía estamos a tiempo de impedir la hecatombe. Haría falta mucho coraje y que el votante socialista, con esa supremacía moral que les caracteriza, dejara de mirarse el ombligo y comprendiera que el socialismo siempre te robará el fruto de tu trabajo con la manida excusa de “el bien común”. Lo que no te explica es que tan sólo busca el bienestar de su clase política.  

España se hunde en arenas movedizas, tan profundas que haría falta un revulsivo que nos dejará exhaustos, pero con las suficientes ganas de empezar de cero y, para eso, debemos erradicar la corrupción tan amarrada a nuestros políticos que ya cuesta diferenciar dónde empieza una y acaba el otro. Tengo en mi casa a una chica cubana que hacía colas de ocho horas para dos bandejas de pollo rancio. Su ilusión es traerse a su madre para que no pase hambre. Si ser como Cuba es ser progresista, entonces yo he vivido equivocada durante todos estos años, en los cuales no faltaba trabajo y España era únicamente para los españoles. Ahora de fuera vendrán, que de casa te tirarán. 

Si hay que ser rana… prefiero ser de las venenosas que acaban con su atacante y no de las que croan felices esperando que las cacen. Si hay que pasar hambre que sea porque todo se ha ido a freír monas y hay que reconstruir a partir de las ruinas. Ni Cuba ni Venezuela, quiero una nación unida y fuerte, porque Europa se va por el sumidero y nosotros con ella. 

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