Me encuentro junto a mis amigos Álex y David en un pub céntrico de Madrid. La música predominante es comercial. La gente se lo está pasando en grande. Mientras recorro con la mirada a las mujeres que deambulan por los alrededores, una de ellas consigue captar mi atención de forma sobresaliente.
La fémina en cuestión es una morena de ojos pardos y vestido impenetrable, escoltada por dos amigas que, sinceramente, a diferencia de ella, son corrientes y molientes. Esto hace que mi objetivo destaque a su lado tanto como una rosa exuberante entre flores marchitas. Debo hacer lo posible para que caiga en mis encantos a toda costa.
Entre canción y canción, mi objetivo no deja de reír. Al mismo tiempo, mi mente calenturienta divaga, imaginando cómo gemiría si permaneciera en un estado de celo constante. La excitación de aspirar a ser su doctor del amor provoca que el ardor no deje de crecer en mi interior. Necesito librarme de sus amigas para lograr que alcance las estrellas… y no precisamente fugaces, sino salvajes.
Te observo, morena de ojos pardos, y si por mí fuera, ya estarías cabalgando entre mis piernas. Ambos tumbados sobre la barra del bar, con los testigos presenciales poniéndose a tono mientras nos contemplan haciendo el amor. A nuestro lado, el Salón Erótico de Barcelona parecería una simple reunión de amigos y poco más.
Pasan las horas y sigo observándola. Ella y sus amigas no paran de beber. Mientras tanto, los míos están en lo suyo: David al teléfono y Álex babeando por cualquier mujer que se cruce en su camino. Yo, en cambio, no quiero a otra que no sea esa morena, y al menos esta noche voy a intentar conseguir su número de teléfono.
Al acercarme disimuladamente, contemplo cómo la mirada de la morena se cruza con la mía. Veo atracción sexual en sus ojos, lo que provoca que mis deseos hacia ella traspasen límites insospechados. Al mismo tiempo, sus amigas me escanean de arriba abajo y sonríen… señal de que, físicamente hablando, he pasado la criba en sus gustos.
Las copas, las anécdotas y las risas que comparto con las tres me sirven para conseguir sus números. Ya estoy contento por haber alcanzado parte de mi objetivo. Justo cuando planeaba llevarme a la morena de ojos pardos, el local cierra. ¡Maldita sea! Hoy no será el día en que disfrute de sus carnes. No pasa nada. Sabiendo que su número está en mi agenda, otro día se terciará… palabra de honor del semental madrileño llamado Jonko Blanco.
(CONTINUARÁ)
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