Cuando en una sociedad democrática el pueblo se educa, enseña y se decide y propone a votar en contra de y no a favor de una u otra opción política es porque ninguna de ellas es merecedora real de su confianza. Y eso lleva ocurriendo en nuestro país demasiado tiempo, años en los que unos y otros no han sido más capaces de hacer políticas verdaderamente constructivas y de consenso como sí lo han sido para sacar los trapos sucios del ajeno. Ensuciar al oponente se ha convertido en la profesión política de moda, sin tener en cuenta las emociones sociales, el hartazgo o la humillación que esto ha supuesto y supone para nuestra sociedad.
El problema llega a mayores, que dirían en Galicia, cuando la instrumentalización de este deporte termina por descubrir que los principales partidos han podido tener podridas si no todas, sí partes muy importantes y destacadas de sus cúpulas de partido y de representación en las instituciones. A aquellos que en parte de nuestro trabajo nos dedicamos a escribir sobre el devenir social y político, acostumbrados a destacar los errores casi siempre muy por encima de los aciertos, quizás porque vende más, o quizás porque hemos alimentado a un monstruo social que se alimenta de estas informaciones, llega un punto en el que se nos quiebra el olfato cuando el hedor y la pestilencia inundan toda caja sorpresa que se abre.
Y me van a disculpar pero cuando entras en un gallinero y huele fatal, o hay una gallina muerta o hay huevos podridos, y pocos ministerios y personas relevantes de la ejecutiva del PSOE no han quedado seriamente impregnadas tras la declaración de Aldama en el día de ayer. Sí, me dirán que si los socialistas lo niegan y que no hay pruebas. Y les contestaré que siempre negaron, como los hicieron en el PP con Gürtel o Bárcenas, ante cualquier situación que entrañase riesgo y no existiesen pruebas. Poco tajante les parecerá a alguno cuando Sánchez dijo no conocer a este personaje, o cuando Ábalos negaba la mayor una y otra vez y se presentaba como víctima de una persecución política. Seguramente será que la persecución llegó tarde y no le dio tiempo a comprarle más cosas y casas a su amante, o a exigir más chalets en la playa con piano de cola, o a recibir, presuntamente, dinero en metálico hasta en las dependencias del propio Ministerio.
Se podría hablar mucho, muchísimo sobre esto, y elucubrar como hacen hoy en día todos los medios, pero esto sólo representaría un intento de adelantar acontecimientos. Los que desean que Sánchez quede salpicado y abocado a dimitir, y los que esperan que todo quede en un susto, bien porque no sea cierto, como aseguran Sánchez y los suyos, o bien porque no haya suficientes pruebas porque poco habría más denigrante que abrir la puerta grande a “los fachas” al Gobierno. Todo digno de la más pésima caricatura de un principiante, inverosímil ante las mentes de quiénes creemos, más allá de las ideologías, en que la verdad prevalezca, sea cual sea y salpique a quién tenga que salpicar.
Lo cierto es que, en esta vorágine informativa y en esta continua, y a la vez absurda, actualidad informativa, a veces sobre la nada, girando la rueda del molino esperando que llegue el trigo para que lo muela, parece que no tenemos memoria. Sánchez, hasta el momento, no sólo no ha conseguido caer en ninguna de las trampas que se le han puesto, sino que, además, de todas y cada una de las situaciones más complicadas a las que se ha enfrentado, no sólo ha salido indemne, sino que ha salido fortalecido. Traduciendo al idioma de la calle, o Aldama presenta las pruebas correspondientes y estas son lo suficientemente consistentes, o tendremos a un pletórico Sánchez dispuesto a revalidad su presidencia, con una mayoría no tenida hasta el momento, en las próximas elecciones generales.
Respecto al personaje de Aldama, estoy convencido de que si es que miente, habría hecho un despliegue de estrategia digna de los más habilidosos corredores de fondo. Pero si es que dice la verdad, no habría contado toda la verdad. Si analizamos con detenimiento su declaración existen muchas preguntas que quedan en el aire y que me cuesta entender que, desde el juzgado y la fiscalía, no se hicieran. Posiblemente hasta las preguntas estaban pactadas, así como las respuestas. Eso sí… ¿Qué tendríamos que pensar sobre detalles como el hecho de que afirmara que el 17 de enero de 2020 el Gobierno ya estaba negociando la compra de vacunas? De ser esto cierto, no haber declarado algún tipo de alarma o haber dispuesto medidas de protección, al menos para las personas más vulnerables, como las famosas mascarillas, estaría siendo cómplice directo de una masacre. Pero, es más, esto desmontaría todas las versiones respecto a lo que sucedió en la manifestación del 8M aquél año y el presunto desconocimiento del ejecutivo de Sánchez sobre lo que ya teníamos entre manos. Y, claro, hablando de manos, quiero recordar que ya había alguna ministra que portaba guantes de goma en aquél encuentro no cancelado por presunto interés político. Prefiero no hacer comentarios al respecto.
Como les digo, hay información, más allá del dinero y los chanchullos en esta declaración que, de confirmarse, podría suponer una bomba de relojería para el Gobierno, para gran parte de sus ministros y para la política en general en este país y en Europa. Todo esto es mucho más grave y preocupante, incluso de lo que se cuenta en los medios más extremos. Además, les recuerdo que en ese momento, el de enero de 2020, existía una coalición de Gobierno con PODEMOS.
En este asunto me llama mucho la atención que las relaciones con el Gobierno de Venezuela se afirmaran y consolidaran con esa tremenda celeridad. ¿Qué relación tendría esto con lo que desde PODEMOS se pudo abrir como negocio con los de Maduro? En ese caso, incuestionable es que Sánchez habría buscado otros lazos de comunicación con el Gobierno chavista más allá de sus socios, bien para ocultar sus propios intereses y establecer un presunto propio negocio y no compartirlo con aquellos, o bien para ocultar ante estos sus propios objetivos, ajenos a los del denostado Pablo Iglesias y los suyos, también del chavista Errejón… ustedes me entienden.
El hedor, como les dije, es insoportable, casi más que la sensación de Koldo cuando le preguntaron sobre el viaje de Delcy a España y sobre el que dijo que no hablaba de este ni muerto. En este sentido espero que, si le pasara algo a Aldana, aquello que le queda por contar y las presuntas pruebas sobre ello estén a buen recaudo y puedan alcanzar las correctas vías. Aunque, sinceramente… en estos momentos creo que este personaje podría ser un lingote a la venta al mejor postor y no me extrañaría en absoluto que, de ser ciertas muchas de sus afirmaciones, o estuviese siendo amenazado o bien estuviesen negociando con él una prudente y “decorosa” salida a este conflicto. Al fin y al cabo, quiénes no tuvieron problemas de sueño al negociar con Bildu, o con el prófugo Puigdemont, o quiénes negociaron no con presuntos, sino por condenados y por delitos muy graves contra el Estado por el 1-O, no creo que tengan ningún reparo en hacerlo con quién, parece ser, hasta hace poco era compañero de aventuras, un compañero que, presuntamente, resultó muy rentable para gente que prácticamente lo tiene ya todo mientras que muchos de los ciudadanos para los que gobiernan se encuentran sin casas donde vivir porque no gestionaron correctamente, los unos y los otros, ni las alarmas ni el auxilio a tiempo, en Valencia.
Si lo que Aldama confesó ayer fuese cierto, más todo aquello que posiblemente oculta, sólo cabe esperar que el lodo lleno de miseria de todo lo que conlleva los arrastre lo suficientemente lejos como para que paguen por todo lo hecho y no vuelva a saberse de ellos si no es por los libros negros de la Historia más negra de este país en Democracia.
PD. No soy sospechoso de haber recibido honores de nadie, como Aldama sí recibió de Marlaska con la medalla al mérito dela GUardia Civil.
Periodista, Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos por la Universidad de Granada, CAP por Universidad de Sevilla, Cursos de doctorado en Comunicación por la Universidad de Sevilla y Doctorando en Comunicación en la Universidad de Córdoba.
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