Los presupuestos Generales del Estado presentados por el Gobierno de España arrojan una cifra destinada para el año 2022 de 458.970 millones de euros, de los que 27.633 millones serían de los fondos europeos. En España vivimos actualmente una cifra aproximada de 43,35 millones de personas. Si dividimos los presupuestos entre cada uno de los españoles, descontando el importe de los fondos europeos, cada ciudadano español tendrá que aportar de media unos 9.950,10 euros. Si usted tiene una familia formada por cuatro personas esa cifra media aportada por su familia sería de 39.800 euros. Sólo para el 2022.
Pero claro, es más que evidente que no todos pagamos lo mismo. Gran parte de ese dinero sale de las cotizaciones de aquellos que trabajan. Otro gran porcentaje sale del IVA y de distintos impuestos que, asumidos sus gastos, no nos paramos a pensar que más y más dinero que el Estado retira del que ganamos para engrosar esa cifra.
Por supuesto que aquellos que más tienen y más ganan más aportan. Mucho dinero tendría que ganar una familia media con dos hijos para aportar al Estado 39.800 euros. Es más, pocas son las personas que llegan a ganar limpia esta cifra en un año de trabajo. Claro que si nos ponemos a analizar el alto porcentaje de su rendimiento económico que pagan los autónomos, cuyo reto comienza cada día para poder llegar a finales de mes, prácticamente la mitad de sus ingresos (sin contar los impuestos por otros asuntos ajenos a su labor profesional o el propio IVA), nos deberíamos llevar las manos a la cabeza cada vez que vemos el anuncio de que, lejos de facilitarles su gran labor económica para el país y su papel en las contrataciones, se les va a subir la cuota.
Ser autónomo en España es una profesión de riesgo… para el autónomo, que no para el Gobierno, que saliva cada vez que llegan los trimestres y las declaraciones de IRPF o IVA. Y lo hace independientemente de que el autónomo haya ganado para dar de comer a sus hijos y pagar el alquiler o cuota de hipoteca que si no.
Comenzaba indicando las escalofriantes cifras de los presupuestos y lo que de media estamos pagando por ellos porque ese dinero no sale del aire, que no es de nadie, que diría Zapatero, sino de nuestros bolsillos, del rendimiento de nuestro trabajo, de aquello que para algunos supone un mínimo para poder vivir. Hasta aquellos que cobran el mínimo vital o sobreviven gracias a una ayuda social pagan sus impuestos cada vez que hacen una compra, por mínima que sea, al Estado, a través del IVA.
Esto podría llevarnos a muchos supuestos. Se podría deducir que resulta caro mantener al Estado, o se podría pensar que el resultado de aplicar unos presupuestos de este tamaño debería ser un país con una mayor cuota de empleo, mejoras en la calidad de la enseñanza o la salud, mejores carreteras, mayores y mejores salarios para los funcionarios… pero nunca a entender que nada de esto se produce sino todo lo contrario mientras el propio presidente se permite el lujo de gastar en los primeros nueve meses de este año la friolera de más de 43 millones de euros en asesores.
¡Qué cara sale la monarquía..! Ah, no perdón, que Sánchez no es rey aunque vive en un trono perpetuo de autobombo. Ah, perdón, que el presupuesto de la Casa Real para todo el año 2021 es de poco más de 8,4 millones de euros… y que, por eso, según algunos, este país se va a pique. Pues va camino el Presidente de gastar en un solo año más en asesores que todo el dinero no español que se le echa en cara al Emérito que no declaró en nuestro país.
La mayor partida de estos presupuestos van destinados a sufragar las pensiones de aquellas personas que, a pesar de lo falsamente expresado por algunos, también siguen contribuyendo a los fondos del Estado a través de múltiples impuestos. Después de este gran montante el Estado destina una segunda mayor cantidad a transferirlas a las comunidades autónomas. Aunque el sistema de reparto no es ni equitativo ni garantiza la igualdad de trato entre territorios. Es más, es uno de las monedas de cambio que usan los partidos nacionalistas para chantajear al Gobierno, y con ello al Estado y a todos los españoles. El apoyo a los presupuestos y a las leyes de calado económico y social no son gratuitos para vergüenza de nuestro sistema político.
Del resto de partidas, por lo general, podemos observar un aumento de las aportaciones a la mayoría de los ministerios, incluido el de Defensa… supongo que la reivindicación de PODEMOS de bajar los presupuestos de este Ministerio no ha calado con la importancia como para presumir de no haberlo conseguido o habrán tragado sapos y ninguno era príncipe.
Sin embargo se observa una bajada con respecto al año anterior en la partida destinada a Sanidad. Vaya, qué pensarán esos sanitarios de la izquierda tan indignados con la falta de contrataciones, con la necesidad de mayor y mejor material o condiciones de trabajo. Algo me dice que, o las comunidades autónomas, por su parte, suplen esta desventaja, o se van a escuchar masticar sapos hasta en las alcantarillas. Los usuarios de la Sanidad estamos acostumbrados a tragar esos sapos mientras no valoramos lo suficiente la ingente labor de los sanitarios de nuestro país que hacen mucho más de lo que en muchas ocasiones debería ser su trabajo.
Estos días en el Congreso todo son cifras, todo son números, y objetivos ministeriales, y el mundo de color de rosa de la producción más fantástica de Disney se cierne sobre cada sonrisa, en muchas ocasiones malévola, de la Ministra Montero. Y es que no hay nada como saber dibujar para que se crean que todo es como te lo pintan. Y mucho más obsceno es cuando los ciudadanos parece que no tenemos conciencia real de que esos números corresponden al gasto que van a hacer de esos casi diez mil euros que de media por español vamos a poner para que el año 2022 se consume el gasto del Estado. Es nuestro dinero en manos del Estado.
Pero más miserable es la conciencia cuando esta es ignorante, bien por falta de conocimientos, bien por interés personal, bien por adoctrinamiento ideológico o bien por apatía. Tú puedes gastarte un millón de euros en un zapato pero éste ser de plástico y lucir la fantasía de que estás llevando una gran marca cuando en realidad vas a llevar uso zapatos de plástico que te han costado y en los que te has gastado un millón de euros.
De poco van a servir políticas de empleo en medio de una enorme crisis si subes las cuotas a los autónomos o no resuelves problemas estructurales como el precio de la luz o el transporte de mercancías y el abastecimiento. De poco va a servir, por desgracia, invertir más en políticas de género que ya han demostrado que no consiguen erradicar ni la violencia ni los asesinatos. Algo no funciona y lejos de arreglarse se insiste en lo que ya ha fallado. De poco servirá que se invierta en Educación si los curriculums de las distintas etapas son limpiadas cada vez más de conocimientos fundamentales para entender nuestra sociedad, nuestra Historia, nuestro pensamiento y nuestra economía. De nada va a servir que se invierta más en cualquier Ministerio si las políticas a las que van destinados los fondos son estériles o van en contra de principios básicos de la economía o de la forma de actuar de las personas. De nada sirve que un Presidente destine 43 millones de euros en asesores en tan solo 9 meses si el Presidente es un inepto narcisista.
Así son los pre supuestos para 2022. Te venden la moto y la moto aparenta ser fantástica, pero puede que no tengas la capacidad de otros para observar que le falta un pedal, o parte del motor, o que tiene fallos mecánicos que le van a impedir andar. Pero tú la compras. Te han engañado. Y puede que no te importe, seguirás pagando, si consigues seguir trabajando y si no también, una ingente cantidad del dinero de tu esfuerzo en comprar políticas de apariencias y en pagar asesores tan inútiles como aquél a quién sirven. Enhorabuena. Y mañana irás y de nuevo lo votarás porque piensas que para ti es todo gratis.
Periodista, Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos por la Universidad de Granada, CAP por Universidad de Sevilla, Cursos de doctorado en Comunicación por la Universidad de Sevilla y Doctorando en Comunicación en la Universidad de Córdoba.
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