Cultura

La risa es cosa seria

La Comedia, es esa parte de La Poética aristotélica que nunca llegamos a leer. ¿Existió?, se cree que sí. Al menos, Aristóteles dejó escrito en la primera parte de su obra que trataría el tema: “Del arte de imitar en hexámetros (epopeya) y de la comedia hablaremos después”. 

Los investigadores del filósofo griego sólo saben que los tratados de Aristóteles sobre la “poesía” (así se llamaban a todas las creaciones artísticas que se servían de la palabra para esculpir la realidad antes de la aparición del término “literatura” en el S. XVIII) estaban incompletos. En palabras de Agustín Yebra: “habían sido desmembrados”. Sin embargo, sí aparece el que habla sobre la “epopeya”. Este misterio sirvió de base para crear la trama de la novela de Umberto Eco El nombre de la rosa (1980), convertida seis años más tarde en imágenes por el director de cine francés  Jean-Jacques Annaud. 

“¿Qué es lo alarmante de la risa?”, pregunta el protagonista fray Guillermo de Baskerville al envenenador, el cual le responde: “La risa mata el miedo y sin miedo no puede haber fe porque sin miedo al Diablo ya no hay necesidad de Dios”. En realidad el “miedo” al que hacía referencia el viejo abad no era el de la posible “desaparición de la fe en Dios” sino de la supervivencia de su propia existencia, si la gente dejaba de temer su labor no sería necesaria y su poder desaparecería. 

Tal y como se muestra en la historia del escritor italiano parece que la risa es un fenómeno natural que preocupa mucho a ese pequeño grupo de mortales que maneja los hilos de “el gran teatro del mundo”. En la novela, los “poderosos” eran los hombres de La Inquisición, en nuestro mundo actual y real, esos hilos los mueven “grandes fortunas”, qué digo grandes, ¡enormes!. 

Nos ha tocado vivir tiempos oscuros, los medios de comunicación son los encargados de transmitir el terror, de hacer que se nos encoja el corazón. Han propagado el virus de la desconfianza para enfrentarnos los unos a los otros. Nos han hecho creer que somos el “origen del mal”, que somos seres indignos y no merecemos el placer y mucho menos vivir. Vale que El Mundo no es perfecto pero tampoco es El Infierno porque «digan lo que digan los demás, hay mucho, mucho más, amor que odio, más besos y caricias, que mala voluntad».

Ya va siendo hora de que cada uno de nosotros tome las riendas de su vida y corte los “hilos” y no olviden sonreír porque “la risa mata el miedo y sin el miedo no puede haber Globalismo porque sin miedo a la destrucción ya no hay necesidad de falsos líderes”.

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