La izquierda y los ricos

La que se ha armado debido a que el presidente andaluz, Juanma Moreno, ha decidido hacer lo que prometió eliminando el tan injusto y confiscatorio Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Hasta en La Sexta, una periodista decía que se eliminaba un impuesto que beneficiaba a los ricos. Y ricos en este país hay muchos, entre otros, los estómagos agradecidos que han recibido una lluvia de millones en subvenciones del Gobierno, para que tapen en los medios, las vergüenzas de Pedro Sánchez y sus 22 ministros.

A esta izquierda ya la conocemos. Hace años en las televisiones se podía ver a muchas familias andaluzas protestando por tener que renunciar a sus herencias, en favor de la administración, porque no podían asumir la enorme losa económica que suponía heredar. Pero ¿quién hereda? ¿sólo los ricos?, desde luego que no. Precisamente, porque hasta hace poco, en España, siempre ha primado la cultura del esfuerzo, del sacrificio, trabajar duro y atesorar un patrimonio que permitiese a las familias crecer económicamente, dejando a los hijos y nietos algo mejor de lo que ellos recibieron en el pasado, personas que vivieron en un país de posguerra y que pasaron dificultades y penurias.

Y ¿quiénes son los ricos, por ejemplo, en Andalucía? ¿Los de derechas? Bien sabe el PSOE, Podemos y toda esta panda de mentirosos, que la riqueza está en manos de muchos, tanto de izquierdas como de derechas. Simplemente, los de estas formaciones políticas , intentan despistar debido a que las encuestas no les sonríen. Quieren mantener el tan desgastado mantra de que son el partido de las personas y de los trabajadores, de la clase obrera y la palabrería a la que nos tienen acostumbrados. Me gustaría, por ejemplo, que alguien ahora y desde la distancia que nos da el tiempo, nos aclarase si Pablo Iglesias y la ministra de igual dá, son, en este momento, defensores de la clase obrera o tal vez son la “casta” que tanto criticaban. Nos han puesto fácil la respuesta.

El Impuesto de sucesiones y donaciones no es más que la excusa de toda la izquierda para atacar a un presidente andaluz al que quieren todos los andaluces y a quien mayoritariamente, dieron su apoyo inequívoco en las últimas y recientes elecciones autonómicas. Un ataque injustificado perpetrado, precisamente, por aquellos que hicieron desaparecer de las arcas públicas andaluzas, la nada desdeñable cifra de 680 millones de €.

Pero más allá de ser injustificado, el PSOE, que se ha autodenominado siempre como el partido de la clase obrera, algo que, por cierto, resulta incoherente, ya que no cambia su política impositiva, a pesar de que ataca, precisamente con los impuestos a los más desfavorecidos y, cómo no, a las clases medias y trabajadoras. Ya no se trata sólo de que dichos gravámenes reducen el poder adquisitivo de los ciudadanos, sino que también ponen en riesgo sus empleos, porque en un contexto de crisis económica, si además hay subida de impuestos o se mantienen, como es el caso, estos impuestos anacrónicos, se produce un retraimiento del consumo y redunda en más crisis y menos ingresos para empresas y evidentemente para la administración.

Hoy en día, en lo económico, ya no se trata de realizar políticas de derechas o de izquierdas sino de ser pragmáticos y aplicar aquellas que sean beneficiosas para los países o territorios que las implementan y, por ende, para sus ciudadanos. Bajar impuestos a las empresas hace que haya más capital en circulación, más liquidez que permite gastar e invertir más, lo que convierte ese aumento de los ingresos; en empleo directo e indirecto y, por este motivo, por medio de las cotizaciones sociales, también crecen los ingresos de la administración. Y ya no se trata sólo de recaudar más, también es pagar menos, porque cada trabajador que sale de las listas del paro es una prestación menos que ha de pagar el estado.

Es fácil de entender. Casi de primero de Economía. El dinero ha de estar en las manos de las personas y de las sociedades, porque una política impositiva adecuada, donde los impuestos se recauden de manera justa, se benefician las administraciones y hay una conversión de esa recaudación en prosperidad, empleo y riqueza. Y esto es, precisamente, lo que odian los partidos de izquierdas.

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