El romanticismo en el fútbol, en pleno siglo XXI, es difícil de encontrar. Uno de los pocos casos a mencionar es el del delantero inglés Jamie Vardy que, tras el descenso del Leicester, equipo que hace unos años fue campeón de la Premier League, y teniendo ofertas económicas para mantenerse en la categoría, incluso en equipos extranjeros, seguirá en el club de sus amores, el que le dio la oportunidad de brillar.
El futbolista, que ha ganado algún que otro título con el Leicester, además de disputar competiciones europeas, ha dejado huella en la competición inglesa. Jamie quiere seguir para que su equipo vuelva a resurgir como ave Fénix en la próxima temporada. Un líder dispuesto a serlo en lo equivalente a la primera división inglesa o en la segunda.
Vardy, que lleva mucho tiempo en el club, siempre dejó claro que nunca se movería del Leicester puesto que era su casa. Lo hizo antes del ascenso a los altares de la Premier y también tiene intenciones de hacerlo con el descenso a la Championship.
En aquellos tiempos, en los cuales no era tan conocido, Jamie pasó de compaginar su trabajo fabricando férulas a ser convocado por la selección Inglesa y convirtiéndose a su vez en una pieza clave, como futbolista. Por eso mismo, más de una vez dijo que le debía mucho al club. Siempre demostrando su compromiso y que no estaría dispuesto a dejar tirado al club que le dio todo en el fútbol.
Tal y como está hoy en día el balompié, pocos son los futbolistas que harían eso. Pero, con casos así, el deporte rey mantiene esos valores de compromiso y esfuerzo que enganchan al aficionado. Es muy difícil tanto vivir como asumir un descenso de categoría, más después de lograrlo casi todo en tu carrera como futbolista.
Vardy prefiere aportar y seguir ayudando al club de sus amores antes que el dinero. Su actitud es digna de admirar que, en pleno mercado de fichajes y con ofertas multimillonarias, se comprometa así con su club. Arabia no existe en su diccionario por mucho talonario que le pongan por delante.
El dinero en el fútbol es importante, cierto. Pero ahora mismo parece que los futbolistas prefieren priorizar en el talonario que les venga de grandes magnates que mantenerse deportivamente en un club que le aporte una estabilidad. Además, se sabe que, en Inglaterra, el fútbol es algo más que un deporte. Prácticamente, una forma de vida y como tal, tiene unos valores importantes.
Jamie Vardy, sin lugar a duda, es uno de esos pocos jugadores que se mantiene fiel a sus convicciones. Espero que los futbolistas que hoy despuntan en los clubes que les dieron la posibilidad de triunfar, se fijen en este ejemplo para que el aficionado vuelva a admirar la calidad humana del futbolista. También deseo que tanto el propio Vardy como su club regresen pronto al lugar que jamás debieron bajar: a la Premier League y que, cuando lo hagan, sea por la puerta grande. El inglés se lo merece.
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