El debate electoral -si es que lo podemos llamar así- que vimos el miércoles en RTVE escenificó a modo de resumen el paradigma de la política actual. Que la formación política favorita a ganar las Elecciones Generales se ausentase solo era el preludio de los sinsentidos que estaban a punto de producirse. Demasiados reproches y pocas o ninguna propuesta productiva para el ciudadano español que demasiado ha tenido que aguantar. Un debate estéril y que, a posteriori, los medios de cada cual lo han interpretado a su interés.
La tónica del evento fue la esperada. Un Santiago Abascal que se defendió bastante bien de los continuos ataques del tándem socialcomunista Sumar-PSOE, pero que se limitó a hacer una declaración de intenciones bastante pueril: hacer cumplir el artículo 92 de la Constitución Española. ¡Faltaría más! Más allá de eso, se limitó a decir que el agua moja y que el sol calienta. En el debate se avecinaban mentiras, insultos y reproches.
Pedro Sánchez, el gran perdedor del debate, cedió toda la primera línea de fuego a una Yolanda Díaz que, por momentos, se engrandeció postulándose como una alternativa política para toda la ‘charocracia’ que, tradicionalmente, vota PSOE. La estrategia fue clara: el PSOE arrastra la marca y Sumar se dedica a arrastrar el discurso. Pedro Sánchez está postrado a los caprichos de una comunista que nos ha llevado a liderar los peores ránquines de desempleo a nivel mundial, por mucho que se empeñen los integrantes del Gobierno a manipular los datos. Sin duda, si alguien ha ganado algo en el debate de ayer es Sumar que se habrá ganado a una generosa cantidad de su electorado femenino.
Lo que no cuentan es que Sumar es el mal menor. Por detrás y si nada ni nadie lo remedia, estarán nuevamente sus tradicionales chantajistas ERC, PNV y EH Bildu, unos socios nada fiables que, esta campaña, se han regodeado de poner literalmente de rodillas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, destrozando aún más su maltrecha imagen pública y la de su partido, sin menoscabo de sus reivindicaciones que amenazan la convivencia y la unidad territorial de España. Volviendo al tema de Vox, Santiago Abascal reiteró y no en pocas ocasiones, la importancia de ejecutar el artículo 92 de la CE. Y yo le pregunto al señor Abascal, ¿aplicó su particular 92 cuando decidió supuestamente desviar millones de euros recaudados por el partido a Disenso? Sería interesante aclarar este tema.
Así pues, llegamos a la línea de meta de una campaña electoral que ha brillado por la ausencia de propuestas y de iniciativas en donde la estrategia y el engaño por raspar cada voto de los indecisos justifica los medios. No se vislumbra pues más que un cambio de sendero. En los próximos cuatro años, los currantes seguiremos pagando la fiesta de todos ellos. El cambio que ellos quieren, podría producirse; el cambio que queremos los españoles, tendrá que esperar. Alea iacta est o como dicen en mi pueblo: “El ‘pescao’ está ‘vendío’”.
Eso se llama Tirar la piedra y esconder la mano. Muy feo