Querido lector, en el día de hoy quiero hablar sobre un asunto nauseabundo que cada día más vamos viendo en nuestra sociedad, al más puro ‘ventana de Overton, logramos ver como intentan que se incorpore a nuestra vida cotidiana. El otro día leí en un tuit de una escritora colombiana, columnista y docente, porque decente no es bastante conocida la siguiente frase: “La pedofilia no es un crimen” y “ningún deseo es punible”.
Esa frase prácticamente reflejaba que, el hecho de que una persona adulta exprese sus deseos de acostarse con niños, no ha de ser un signo de alarma para el conjunto de la sociedad. Es decir, a ojos de esta escritora colombiana, si un individuo acude al médico y expone sus fantasías no ha de ser tratado y mucho menos han de ser sometidos a protocolos de actuación para evitar el siguiente paso que no es otro que ni más ni menos hacer realidad sus deseos.
Lo que esta señora parece que ignora es el hecho de que los deseos ocultos de un adulto de acostarse con un niño es la raíz del desencadenante y lo que lleva a cometer semejante barbaridad. Recordemos, querido lector, que el deseo expresado de una persona a matar a otra, en España es delito y es la única amenaza constitutiva de delito, la amenaza de muerte. Sin embargo, el deseo de dañar la integridad física y moral de los infantes no es un sumo bien preciado a proteger para las autoridades.
Hace apenas unos días, en las noticias leíamos el caso de una bebé violada por su padre, todo ello con la complicidad de la madre. No se ha hecho ninguna manifestación sobre ello, ningún experto en protección de menores ha salido a dar su diagnóstico en relación a ello ni lo que supone para un ser tan pequeño haber sobrevivido a estos abusos. ¿Por qué será, querido lector? ¿Será que no quieren concienciar a la población del peligro latente en el que se encuentra uno de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad y que, por tanto, debemos proteger? ¿Por qué tanta pasividad por parte de las autoridades?
Este tema no interesa porque los niños no cotizan