A tenor de los últimos acontecimientos ocurridos en la izquierda española, queda patente que, si la derecha es difícilmente representada por un Vox falaz o por un Partido Popular más progre que liberal, la izquierda es, sin lugar a dudas, un cementerio repleto de mentirosos, populistas, puteros y consumidores de diversas sustancias de dudosa legalidad, que pretende aleccionarnos sobre la libertad y, en particular, la integridad de las mujeres.
No fue sino una mujer, Macarena Olona, quien humilló, vapuleó y castigó severamente al ‘macho alfa’ de Pablo Iglesias. Un espectáculo de necrofilia política donde la alicantina se despachó como quiso con el cadáver político del que fue un día vicepresidente de España, con su elegancia y su gran oratoria, dejándolo por el cobarde que es. Aquel friki bolivariano que se vanagloriaba de azotar a una presentadora de televisión por un grupo de mensajería acabó siendo masacrado por la mejor jurista que ha pisado jamás el Congreso de los Diputados en toda la historia de nuestra democracia. Y es que Olona es demasiado leona para tan poca rata; por eso tuvo ración extra para el nacionalista vasco Iñaki Anasagasti.
Seguramente, lo que más pudo dolerle al señor Iglesias no fue la humillación pública que recibió, sino que esta fuese obra de una mujer. El orgullo del machito alfa, de quien se siente poderoso con mujeres débiles y quien es débil con mujeres hechas a ellas mismas, como Olona. Otro viejo compañero de bailes, Íñigo Errejón, sorprendía a propios y extraños con su dimisión, dejando el acta de diputado de la noche a la mañana. En realidad, se nota que fue una decisión consensuada y dirigida tras quedar patente que “ha confundido el personaje y la persona” hasta el punto de querer dirigir su propia secuela: “50 sombras de Errejón”.
Yolanda Díaz, conocedora de todo, trató de tapar por lo civil y por lo criminal las travesuras del pequeño ‘Milhouse’, pero al final la sangre llegó al río, algo que ya es de dominio público. Así son las cosas: esta izquierda hipócrita y mentirosa, autoproclamada por la divina providencia como adalid de las mujeres y del neofeminismo, resulta que tiene en sus filas a machistas y a supuestos abusadores de la peor calaña posible. Si las feminazis montaron un circo mediático que ha derivado hasta en un documental de Netflix por un beso, ¿qué esperamos de su reacción contra las perversiones sexuales de Errejón? Las comparaciones son odiosas, pero en este punto, tras hacerse público lo de Rubiales, en menos de 24 horas, las mujeres de izquierdas estaban que echaban humo.
Por lo tanto, queda patente que la feminista de izquierdas no es más que una fábula de Iriarte, un animal chupóptero y parásito que busca desconsoladamente su puesto, su carguito y su retribución monetaria proclamando a los cuatro vientos no sé qué rollo marxista de justicia social, igualdad y sororidad, pero guardando un silencio cómplice o directamente encubriendo los casos de presuntos abusos sexuales e incluso presuntas agresiones sexuales. El juez, a instancias de las denuncias -las cuales se ponen en comisaría y no en Twitter-, determinará hasta qué extremo llegaron las perversiones del pequeño depredador sexual que, como no le sonaba bien eso de “Follemos”, reconsideró llamarlo Podemos.
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