
La Comunidad Valenciana afronta retos de gran envergadura que no pueden ser gestionados por cualquiera. Entre ellos destacan la infrafinanciación por parte del Estado, el impacto de fenómenos atmosféricos en zonas vulnerables, la creciente inseguridad en las grandes urbes, la política hidrológica que afecta a las cuencas del Júcar y del Segura y la masificación de los servicios sociosanitarios.
A todo ello se suma un largo etcétera de problemas que un político inexperto o sin verdadera vocación de servicio difícilmente podría abordar con eficiencia. Que el PP en dicha región está dividido es un hecho. La salida abrupta de Carlos Mazón de la presidencia de la Generalitat y su desgaste político tras la gestión de la DANA han terminado por fracturar el partido.
En este contexto, el expresident Francisco Camps se ha convertido en un candidato de base para presidir la Generalitat en un futuro cercano. Su ventaja es evidente: posee un bagaje institucional que pocos -por no decir casi ninguno- tienen en el PP valenciano actual. Se sabe que quiere legitimar su candidatura mediante un congreso, pensando en las próximas elecciones autonómicas de 2027, si no antes.
Personalmente, vería con buenos ojos que figuras como Camps regresaran a la primera línea política, aunque solo fuera por la curiosidad de comprobar si políticos de raza como él serían capaces de conectar con las nuevas generaciones de españoles. Estas generaciones parecen sentirse más atraídas por partidos emergentes como VOX, Sumar o Podemos. Además, considero que conectar con la generación Z supone -y seguirá suponiendo- un reto importante para muchos asesores de los partidos tradicionales.
Tras años de “calvario judicial” y una vez archivadas las diez causas tramitadas en su contra, Paco -como lo llama su entorno- solo ha tenido un objetivo político: regresar a la vanguardia. Su reciente libro, Reenfocando España (2024), es un signo empírico de que quiere volver a la primera línea de la política valenciana y de que tiene un proyecto concreto.
Las dos mayorías absolutas que obtuvo en 2003 y 2011, junto con su desarrollo profesional durante estos últimos años en una conocida firma de abogados de Valencia, demuestran que tiene capacidad para desenvolverse tanto en el sector público institucional como en el privado. Quien siga sus redes sociales puede comprobar que es una persona con gran motivación por volver a presentarse a unas elecciones y liderar el proyecto del PP en la terreta. En ellas se le ve arropado por un equipo que busca recuperar para el PPCV las mayorías absolutas de etapas anteriores. Para lograrlo, se está recorriendo la Comunidad Valenciana de norte a sur para conocer más de cerca las necesidades de sus conciudadanos.
Por otra parte, basándome en algunas de sus declaraciones, creo que el proyecto político de Camps va más allá de un acuerdo negociado desde Madrid. Incluso diría que su verdadera aspiración es impulsar un congreso regional del partido, ya que el protagonista del artículo muestra una sensibilidad claramente autonomista que choca con un enfoque estrictamente centralista. Su intención, en definitiva, es dar voz a sus compañeros de partido en la Comunitat.
Deduzco, además, que para él la naturaleza más sólida de la configuración política española es el bipartidismo. Personalmente, creo que volver en un fututo cercano a la alternancia bipartidista es muy difícil, aunque no imposible. Es complicado porque el mundo que conocemos en 2025 es muy diferente al de la primera y segunda década del siglo XXI. La pandemia de la COVID-19 catapultó potentes movimientos identitarios y sociales que han transfigurado a la derecha.
Actualmente, la derecha política no se rige por la democracia cristiana, la globalización o el liberalismo clásico. Hoy en día, el patriotismo social, el antiwokismo y la soberanía energética seducen más y mejor a los potenciales votantes de la derecha que las cuestiones tradicionales. Además, los problemas estructurales del Régimen de 1978 -en los ámbitos laboral, de la vivienda, de las pensiones y del territorio- se han agravado con el paso del tiempo.
Pero el principal rival del expresidente es la propia cúpula del PP que, a mi juicio, busca más un perfil de confianza y un continuismo de la administración Mazón, como es el caso de Juan Francisco Pérez Llorca, asegurando la convivencia con su principal y único socio, VOX. También suena en las encuestas María José Catalá, actual alcaldesa de Valencia.
Bajo mi punto de vista, Catalá se encuentra en la encrucijada de decidir si plantarle cara a Diana Morant, a nivel autonómico, o a Pilar Bernabé, a nivel municipal, en las próximas elecciones. Creo que su decisión final será optar por la segunda vía, pero, como siempre, acabará haciendo lo que se ordene desde arriba.
Sin embargo y como ya he comentado anteriormente, a favor del expresident juegan su carisma, su experiencia tanto institucional como privada y sus claras ganas de retomar funciones ejecutivas, en aras de deslegitimar las arduas e injustas críticas que se han proferido contra él. Veremos con el paso del tiempo si el antiguo jefe del Consell consigue su anhelado congreso del PPCV, que sin duda lo impulsaría definitivamente a retomar su actividad pública y política.
Curso Derecho en la Universidad Católica de Valencia | Administrador de @DivulgoDerecho | CFGS de Producción de Audiovisuales, Espectáculos y Eventos
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